Opinión | Editorial

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Nuevas formas de prostitución

El 'sugar dating' se enmarca en una supuesta situación de normalidad y libertad, pero es un síntoma más de la desigualdad social

Sugar baby

Sugar baby / periodico

Le llaman 'sugar dating'. Sin duda, un nombre excesivamente edulcorado para denominar una realidad equiparable a la prostitución. El contacto se desarrolla a través de aplicaciones legales, se expone como un simple intercambio de favores y los encuentros se enmarcan en una supuesta situación de normalidad, igualdad, libertad y beneficios para ambos. La transacción se da entre adultos, pero con dos substanciosas diferencias entre ellos: la edad y la cuenta corriente. Estudios pagados, regalos caros o entretenimiento de lujo para los 'sugar babies' y la compañía de cuerpos bellos y jóvenes para hombres maduros –'sugar daddies'– o mujeres maduras, las 'sugar mommies'.

A nivel legal hay poco que decir. Aunque la aplicación que facilita las relaciones roza la legalidad, en principio se trata de encuentros libres entre personas adultas. Tampoco hay demasiado que añadir a nivel moral, cada cual es libre de establecer las condiciones de sus relaciones. Pero el fenómeno no deja de ser un síntoma más de la desigualdad social y de los caminos que algunos deciden o se sienten forzados a tomar. El testimonio de la joven estudiante de doctorado que recurre a este tipo de citas muestra a la perfección la cara oscura del' sugar dating'. Tampoco es casualidad que ellas sean mayoritariamente las que ofrecen sus cuerpos jóvenes (un 84% de 'sugar babies' son chicas) y que las 'sugar mommies' no lleguen al 14% entre los mayores. La desigualdad se hinca con más fuerza en las mujeres.