ANÁLISIS

La apertura catalana

El presidente en funciones quiere salir de la rotonda del 'procés' con una 'agenda del cambio' en clave europeísta y dirigirse al conjunto de la sociedad catalana

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RAFAEL JORBA

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La apertura catalana fue ideada por el ajedrecista Savielly Tartakower. El término se acuñó en el torneo organizado en 1929 en Barcelona, en el marco de la Exposición Universal, cuando este gran maestro creó una apertura en homenaje a la historia del ajedrez en Catalunya. Ahora, en política, Pedro Sánchez ha iniciado la legislatura con la apertura catalana. El presidente respondió al veto inicial a Miquel Iceta con un segundo movimiento: situar una dama -Meritxell Batet- y un alfil -Manuel Cruz- al frente del Congreso y del Senado, la tercera y la cuarta autoridad en el protocolo del Estado.

En la clausura de la reunión anual del Cercle d'Economia, en compañía de su presidente, Juan José Brugera, Sánchez hizo otro movimiento por elevación: propuso una “agenda del cambio”, anclada en la vocación europeísta de España, y se dirigió a la sociedad en su conjunto. La frase clave: “Son tan graves los retos a los que nos enfrentamos y tan pequeños somos nosotros si actuamos solos y enfrentados, que lo que necesita la sociedad española es pasar página”.

La rotonda

Sí, el presidente en funciones quiere salir de la rueda del hámster del procés. Utilizó una nueva imagen, la de la rotonda: “En nuestro camino no puede haber vuelta atrás. Ni podemos seguir encerrados en una interminable rotonda en la que damos vueltas y vueltas y más vueltas, una y otra vez, a los viejos problemas del siglo XIX con respuestas del siglo XX”. Su receta: afrontar los problemas del siglo XXI con respuestas de futuro conjugando “los verbos anticipar, compartir, dialogar y consensuar”.

Sí, la apertura catalana de Sánchez está marcada por el mate del pastor al que le sometieron los grupos independentistas en el debate de los presupuestos y que precipitó el adelanto electoral. No moverá ficha en el tablero catalán hasta que se despejen dos incógnitas: la sentencia del procés, que se conocerá en otoño, y la pugna por la hegemonía en el espacio independentista, con un adelanto de las elecciones catalanas de por medio.

Entre tanto, el presidente moverá fichas en el tablero español, como ya lo hizo en la constitución de las Cortes Generales, en dirección al conjunto de la sociedad catalana para rescatarla de la subasta emocional entre los dos nacionalismos en escena (catalán y español). La receta de Sánchez, cuando amaine la tormenta, pasa por seguir compartiendo soberanías, en el Estado autonómico y en la Unión Europea, y por ofrecer una respuesta -el derecho a seguir conviviendo- frente a la alternativa dual del llamado derecho a decidir.

En el marco de la reunión anual del Cercle d'Economia -una entidad nacida bajo el patrocinio de Jaume Vicens Vives- es de justicia recuperar el diagnóstico de este historiador sobre cómo armonizar las cuerdas de la lira española: “Intelectuales y políticos (...) no tuvieron valor para sacrificar su popularidad a los designios de una tarea mancomunada. Al final se acabó hablando de concordia y conllevancia, grandes palabras que se pronuncian cuando el callejón no tiene salida”. Sánchez quiere salir de la rotonda.