Peccata minuta

'Monsieur' Valls

Valls puede ahora colgarse la medalla de que 'son retour au pays', impidiendo el acceso del también exsociata y ahora independentista Maragall a la alcaldía, no ha sido en vano

Acto de campaña a las municipales de Manuel Valls

Acto de campaña a las municipales de Manuel Valls / periodico

Joan Ollé

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Manuel Valls es un prodigio de la naturaleza, ya que reúne en su sola persona la mágica y doble condición de socialista de centro-derecha. Mis amigos franchutis se parten el pecho con las andanzas españolas de su ex-primer ministro y bromean que si nos lo quedamos nos regalarán a Griezmann y una campana de Notre Dame.

En su condición de catalán emigrado a París -capital del Estado posiblemente más centralista del planeta- si algo no acierta a entender Valls es que los 'Enfants de la Patrie' quieran serlo de otras patrias y otras lenguas. Cuando en 2012,  siendo ministro de Interior,  concedió una entrevista a Ràdio Arrels de Perpinyà y la presentadora le preguntó en catalán, él respondió: "Vous me posez un problème. ¿Est-ce que un ministre français doit parler catalan?" (¡Prohibido escupir y hablar en bretón!) Ahora, durante su campaña barcelonesa siempre se ha reclamado de este idioma periférico y sentimental, acudiendo muy escasamente al castellano.

Valls sabe que en el Grand Arche de la Défense alguien esculpió unas palabras que todavía dicen: 'France, terre d'accueil'; sabe quién fue Jean-Marie Le Pen y quién es hoy su hija Marine, como también sabe que hay fuegos en los que mejor no quemarse, máxime cuando él mismo cometió más de un desliz en materia de inmigración. Valls no ignora que desde Francia se le observa con lupa -especialmente los semanarios satíricos- y no debe permitirse el más leve coqueteo con Vox, 'liaison dangereuse' por la que sienten una cierta atracción fatal sus anaranjados compañeros de viaje.

Definitivamente, el efecto Valls no ha funcionado, pero, para restablecer su extranjero prestigio y a la vez distanciarse de las crecientes y confusas veleidades de Rivera, no es nada extraño que opte por segunda vez a poner más en valor su apellido que las siglas que le han auspiciado. El de Horta tiene pelaje de caballo ganador y no sería feliz calentando inútilmente un escaño en el rincón de los vencidos.

Valls y su número dos, Corbacho, tienen al menos cuatro cosas en común: ser exalcaldes, exministros, exsocialistas y ahora tránsfugas. No sería tan difícil entenderse con el PSC de Collboni -siempre con el plácet de Colau- si Eva Parera, del post-duran-lleidesco Units per Avançar se sumase al sí. Tres votos bastarían para que 'Monsieur' Valls pudiera colgarse la medalla de que 'son retour au pays', impidiendo el acceso del también exsociata y ahora independentista Maragall a la alcaldía, no ha sido en vano. Aquí y ahora, quien más quien menos tiene algún pasado que mejorar. Colau también: nos debe 7.200 viviendas sociales. Y las deudas de juego son sagradas.

P.S.: Les recomiendo la pintura silenciosa de Xavier Valls, padre de Manuel: una pura delicia.