LA CLAVE
El ajedrez de Colau
Barcelona es un tablero arlequinado donde las fuerzas municipales se juegan su futuro al ajedrez 960. Su futuro, sí, pero sobre todo el de la ciudad
Luis Mauri
Director adjunto
LUIS MAURI
Barcelona es el tablero de una endiablada partida de ajedrez. No de ajedrez convencional, sino de la variante 960, una modalidad ideada por Bobby Fischer que comienza con las piezas dispuestas de forma aleatoria. Barcelona es un tablero arlequinado donde las fuerzas municipales se juegan su futuro al ajedrez 960. Su futuro, sí, pero sobre todo el de la ciudad.
Colau tiene en su mano la decisión de repetir como alcaldesa aliándose con Collboni y aceptando el apoyo de Valls a su investidura, o bien entregar la alcaldía a Maragall mediante un pacto de gobierno o yéndose a la oposición. Este es el dilema que tarde o temprano deberá resolver Colau. La decisión no es sencilla. Haga lo que haga, se indispondrá con parte de su partido. Si le cierra el paso a Maragall, enojará al sector más soberanista. Si prefiere al independentista que a los socialistas, indignará al sector federalista.
Colau trata de ganar tiempo aventando su propuesta de una alianza tripartita con ERC y el PSC, una suerte de faro de la reconciliación nacional. Solo hay un problema, o dos si se prefiere: ERC y el PSC rechazan de plano esa asociación. La aún alcaldesa intenta suturar heridas en su formación y preparar el terreno para el día en que deba resolver la duda hamletiana, consciente de que en uno y otro movimiento perderá piezas valiosas.
El estigma de la traición
El pacto con Colau y JxCat que propugna Maragall tampoco tiene opción alguna. Y un acuerdo Maragall-Colau que excluyera a JxCat dinamitaría antes de tiempo el Govern de Torra y dejaría a ERC ante las urnas autonómicas marcada con el estigma de la traición nacionalista.
Collboni aspira a estar en un gobierno municipal sin independentistas dirigido por Colau. Pero permanecer en la oposición a causa de un abrazo de la líder de BComú a Maragall no le dejaría a él en mal lugar como referente de la oposición.
Valls hizo una jugada netamente perdedora al asociarse con Ciudadanos. Ahora, su única baza es erigirse como la llave que podría cerrar el paso de un independentista a la alcaldía.
En el ajedrez 960 cuenta más la clarividencia y la inventiva que la memorización y el análisis de centenares de jugadas conocidas. Y hay partida para días.
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