Análisis

Hegemonía independentista: el factor metropolitano

ERC ha dado un paso muy importante en el proceso de consolidar su preeminencia, gracias a su crecimiento en el área metropolitana

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Enric Marín

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La reconfiguración radical del mapa electoral catalán de los últimos diez años ha significado la liquidación del bipartidismo vigente durante 25 años y la redefinición de la relación de fuerzas entre las formaciones independentistas. En el año 2010 una CiU aún autonomista obtuvo un 38,47% de los votos y 62 diputados. La coalición catalanista de centroderecha era claramente la formación política central del sistema político catalán. Pero dos años más tarde se apreciaron los primeros síntomas de cambio de ciclo político. CiU pasaba de 62 diputados a 50 y ERC obtenía 21. Aquel 2012 la CUP irrumpía en el Parlamento con tres diputados. Las tres fuerzas obtenían un 47,87% de los votos.

En las elecciones europeas de 2014 se produjo un hecho histórico: por primera vez desde 1977 ERC (23,67%) superaba electoralmente a CiU (21,86%). En las elecciones municipales de 2015, CiU volvió a ser la fuerza más votada (21,49%) seguida del PSC (17,06%) y ERC (16,39%). La CUP obtuvo un 7,12%. Tanto en implantación territorial, como en número absoluto de votos, CiU aún era electoralmente hegemónica. Rota la relación entre CDC y Unió, ese mismo año el independentismo planteó las elecciones al Parlament del otoño en clave plebiscitaria. Convergència y ERC concurrieron conjuntamente, obteniendo el 39,59% de los votos. La CUP alcanzó un insólito 8,21%. Las candidaturas independentistas sumaron un 47,8% de los votos.

En diciembre de 2017, en las elecciones convocadas en el contexto de la aplicación del 155 la marca electoral heredera de Convergència superó a ERC por un margen estrechísimo: el 21,65% contra el 21,39%. La CUP se quedó con un 4,45%. Conjuntamente, las fuerzas independentistas consiguieron el 47,49% de los votos. Finalmente, el pasado 28 de abril ERC dobló los resultados de JxC, siendo el partido más votado en Cataluña.

Con esta trayectoria, las elecciones de este fin de semana tenían que resolver dos incógnitas en el campo independentista: en primer lugar, ver si los resultados de las municipales confirmaban el liderazgo de ERC, tanto en implantación territorial como en apoyo popular en términos absolutos; y, en segundo lugar, ver si el independentismo superaba el 50% de apoyo popular por primera vez. Complementariamente, también había que dilucidar si ERC era la fuerza más votada en Barcelona, y si el 'factor Puigdemont' permitía a JxC ganar las europeas. A la vista de los resultados, las conclusiones son claras. En primer lugar, ERC se confirma como el partido soberanista con más implantación territorial. En segundo lugar, JxC gana el voto protesta en Europa, donde el independentismo roza el 50%. Y, en tercer lugar, por primera vez, una fuerza explícitamente independentista gana las elecciones en Barcelona.

La síntesis de todo ello es que ERC ha dado un paso muy significativo en el proceso de consolidar su hegemonía. Sobre todo, por la implantación conseguida en las áreas metropolitanas. Pero no será posible evaluar la solidez de esta lectura hasta la próxima estación: las elecciones al Parlamento de Cataluña.