MIRADOR

Esto no termina aquí

Es un error pensar que el ciclo electoral ha concluido. Falta el tercer, último y esencial capítulo de la serie: las elecciones catalanas, en las que Puigdemont puede batir de nuevo a ERC

Ernest Maragall celebra su victoria en las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona.

Ernest Maragall celebra su victoria en las elecciones al Ayuntamiento de Barcelona. / periodico

LUIS MAURI

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Hace mucho tiempo que las cosas dejaron de ser lineales en Catalunya. Las urnas han subrayado el alma recurrentemente contradictoria del magma independentista. ERC se alza por primera vez con la victoria en la ciudad de BarcelonaERC BarcelonaMaragall II será el primer alcalde independentista si Valls no opta por regalar su apoyo a una investidura de Colau, respaldada también por Collboni, para barrar el paso al secesionista. Una opción poco probable. Esquerra, en todo caso, obtiene una victoria capital. En Barcelona y en el conjunto de los municipios de Catalunya, ERC vapulea a JxCat, su antagonista en la larga guerra por el trono del independentismo.

Pero las cosas no son lineales. No en Catalunya. El mismo día, en las urnas europeas, colocadas a un palmo de las municipales, el duelo entre Puigdemont y Junqueras se ha saldado con una atronadora victoria del jefe de JxCat. O una inapelable derrota del líder de ERC. La guerra por la hegemonía independentista no está ni mucho menos decidida pese a las victorias de ERC en el 28-A y el 26-M.  

Esto no ha terminado aquí. Ni en Catalunya, ni en toda España. Afirmar que este 26 de mayo se ha cerrado el ciclo electoral iniciado las generales del 28 de abril es un error de bulto. El veredicto del 26-M es decisivo para la delimitación del nuevo perímetro político, pero no brinda un encuadre definitivo. Falta todavía el tercer, último y esencial capítulo de la serie: las elecciones catalanas.

Músculo europeo

Por el momento, el 26-M afianza la resurrección de la socialdemocracia en España, una década después de la Gran Recesión. Madrid amarga al PSOE de Sánchez, y a la izquierda en general, por más que los socialistas hayan vencido en las tres urnas de la jornada. El socialismo español es hoy el más musculado de Europa. El peso de España y de Sánchez en una Europa que ha sabido contener la amenaza ultra irá en alza.

El PP certifica su debacle. Solo un año después de suceder a RajoyCasado podría estar amortizado. Sin embargo, la icónica resistencia en Madrid y el hecho de que Cs no haya conseguido el sorpasso en el arco de la derecha pueden librarlo de la defenestración.

El capítulo catalán

La conclusión del marco político está pendiente del capítulo catalán, el gran problema español. El Gobierno de Sánchez muestra, a diferencia del de Rajoy, voluntad de diálogo, pero su estrategia está condicionada por dos sucesos aún desconocidos. El primero es el juicio del 1-O. La sentencia puede allanar la construcción de puentes o acabar de dinamitarlos. El segundo son las elecciones catalanas que seguirán a la sentencia. Las urnas podrían brindar una novedad fundamental si ERC se impusiera de forma inapelable a JxCat. O viceversa. Eso pondría fin a la larga guerra por el trono nacionalista, una contienda de la que emana una irresistible atracción hacia el abismo.

Junqueras será inhabilitado sin lugar a dudas por el Supremo. Con él fuera de juego y sin otro liderazgo republicano bien definido, será el momento en que Puigdemont ordene a Torra el adelanto electoral. Visto el vapuleo de Puigdemont a Junqueras, nadie en su sano juicio puede descartar una enésima resurrección de la posconvergencia bajo el liderazgo de Waterloo. Nada es lineal. No en Catalunya.