Dos miradas

Urnas con memoria

Las urnas nos dicen que Barcelona dista mucho, muchísimo, de ser independentista

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Emma Riverola

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Hemos vuelto a contarnos. Son pocas las victorias incontestables. En Catalunya, las más llamativas son las de Puigdemont en las europeas y el PSC en el cinturón rojo intenso, intensísimo de Barcelona. ERC ha logrado la victoria en Barcelona. Un hito histórico que no viene acompañado por un aluvión de votos. Solo 4.833 papeletas le separan de Barcelona en Comú, poco más que dos veces el aforo del Liceu. Si en vez de atender el número de concejales, contamos los votos, la aritmética arroja datos reveladores. La suma de ERC, JxCat, CUP y Graupera (los dos últimos sin presencia en el ayuntamiento) reúne a 297.512 ciudadanos. La suma de Barcelona en Comú, PSC, Cs y PP, 432.144 votantes. Barcelona dista mucho, muchísimo, de ser independentista.

En una hipótesis aséptica de emoción, aún sería posible soñar con una Colau alcaldesa en alianza con Collboni y apoyada en la investidura por un Valls que recordara su supuesta alma socialista. Pero, aunque los milagros existen, falta hilo para tanto descosido. A no ser que haya un cambio de rostros… ¿Joan Subirats? Si falta imaginación y coraje, Maragall gobernará con JxCat. Será difícil, más aún si el objetivo es convertir Barcelona en la anhelada capital del independentismo. Para eso necesitará a los 'comuns’. Si se prestan, será la rúbrica de su intrascendencia. Entre el progresismo y el procesismo, Colau no siempre escogió al primero. Las urnas se lo han recordado.