IDEAS

Bienvenidos a todos los mundos posibles

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Lucía Lijtmaer

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Quien quisiera llenar una página de tópicos podría decir que cada novela es un mundo, y estaría casi seguro de no equivocarse. Quien diga eso es, seguramente, el tipo de persona que también empieza afirmando en cuanto alguien le deja hablar aquello de "como no podía ser de otra manera", cuando todos sabemos que siempre, todo, puede ser de otra manera.

Pero hay muchos mundos, y muchas novelas, y hay incluso varios mundos en una misma novela, que es lo que ocurre cuando se lee 'Bienvenidos a Welcome', la recuperada y fantabulosa primera novela de Laura FernándezLaura Fernández. Entre los maltratados arbustos de una montaña desierta se esconden detectives que se curan milagrosamente, naves espaciales, alcaldes menguantes y periodistas más o menos rubias con flequillos más o menos combativos en busca de noticias que puede que hayan sucedido o no, depende de cómo se mire.

No hay nada rutilantemente inocente en la recuperada primera novela de Laura Fernández, sino una explosión de ansia, imaginación y deseo

No es casualidad que Fernández reflexione a día de hoy sobre cómo sus novelas son pequeños parques construidos por ella misma para desaparecer en ellos. La frase resuena en mi cabeza mientras leo las hazañas de Welcome: todas y cada una de sus escenas parecen infinitos laberintos que se esconden debajo de las sillas o las farolas -¡ese deleite que escondían en la infancia los cómics de Mortadelo y Filemón!-.

Pero que no se equivoque nadie. No hay nada rutilantemente infantil ni inocente aquí, sino una explosión de ansia, imaginación y deseo. El mundo de Welcome nos advierte que aquello que entendemos como normal, toda la rutina del mundo, según se mire es también un delirio. Que no hay normalidad sino normopatía. Que no hay nada más LOCO y ALUCINANTE que una redacción o una oficina, donde todo el mundo corre como pollo sin cabeza -es posible que incluso alguien SEA un pollo sin cabeza-. Y que las palabras, para cualquier niña que ha soñado con ser una espía, una trapecista, o un detective, siempre abren compuertas a nuevos mundos.

Bienvenido y bien hallado de vuelta ese primer disparo. Ah, las cosas que siempre pueden ser de otra manera, ¡cuántas alegrías nos dan!