ANÁLISIS

Barça, toca volver al balón y no es cuestión de nostalgia

Bartomeu, en un acto en el Mobile World Congress de Barcelona.

Bartomeu, en un acto en el Mobile World Congress de Barcelona. / periodico

Marcos López

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Tener una idea no es presumir solo de ella. Tener una idea no sirve únicamente para ponerle nombres a nuevos mini estadios formativos. Ni siquiera para idear extraños mosaicos que llenen las gradas del viejo Camp Nou. Tener una idea significa, sobre todo, cuidarla, mimarla, evolucionarla -todo es mejorable, por supuesto- y, por encima de cualquier otra consideración, dignificarla.

No se trata de nostalgia mal entendida. Ni mucho menos. Se trata de innovación, de creatividad, de talento… De entender, al mismo tiempo, que la cultura del triplete (como si fuera lo más fácil del mundo lograr algo que no posee nadie en España) ha devorado al Barça, el único que alcanzó esas dos utopías: Guardiola (2009) y  Luis Enrique (2015).

Tener una idea no es solo presumir de ella o poner nombres a un estadio. Es creer en ella

Tener una idea es creer realmente en ella, por encima de generaciones irrepetibles (Xavi e Iniesta nunca volverán) o jugadores secundarios. Creer que se puede (y se debe) jugar con el estilo que hizo realmente distinto y singular a un equipo. Toca volver al balón. Ni más, ni menos.

No es problema de quien venga sino de que el club, que ha vivido de la inercia del ciclo más glorioso jamás visto (Messi, Busquets y Piqué ya eran los pilares del Barça del sextete con Pep una década atrás), detecte con precisión donde anidan los verdaderos problemas. Problemas estructurales, eso es cierto. Pero no problemas irresolubles.

No se tiene que quemar todo. Aunque tampoco bastará con darle una mano de pintura al equipo como si nada hubiera pasado amparado en ese dominio casi dictatorial en España (ocho de las 11 últimas Ligas le pertenecen), que contrasta con la terrible depresión europea (una final, un título en los últimos ocho años). Va mucho más allá.

Regenerar al Barça

No es solo reformar al Barça. Toca regenerarlo, aunque trasciende de los nombres que vengan (De Jong ya está confirmado, Griezmann espera ansioso, De Ligt duda) porque quizá resulte más importante (y más decisivo) saber quien se va. En el 2008, Guardiola abrió la puerta de salida a RonaldinhoDeco y Etoo, aunque este se quedó un año más. Ahí empezó la revolución. El Barça 2.0.

Ya no bastará con encontrar jugadores que hagan la vida más fácil a Messi. Esa idea ya queda anticuada

Con Coutinho, el rostro del fracaso de la última renovación, no bastará sino que habrá que ver el calado de las bajas para lanzar un auténtico mensaje anunciando que el statu quo del Camp Nou ha cambiado.

Anfield marcó la frontera. Roma fue un aviso. París y Turín, también. Pero  Liverpool, como sucedió en su día en Atenas-94 con el Dream Team de Cruyff, significó el punto y final. Ya no bastará con encontrar jugadores que hagan la vida más fácil a Messi. No es suficiente con esa lección que dejó Guardiola cuando el Barça besaba su penúltima Champions (2011). Ese idea también ha quedado desfasada. 

¿Quién manda? ¿Quién ejecuta?

Se trata de cambiarle la piel, removiendo piezas básicas para agitar un equipo que sigue teniendo mucho valor (dueño tiránico de la Liga, compitió en la Copa hasta la final, falleció en Europa por cuarto año consecutivo) al que el tiempo se le echa peligrosamente encima.

No será fácil, prisionero como está el club de lo que le ha dado este equipo en una década inmensa. Hasta en su peor año, el mejor de Messi, eso sí, arrasó en  la Liga aplastando al Madrid, al que ha dejado a 19 puntos. Tiene la idea el Barça, pero… ¿quién la ejecuta? ¿qué ideología domina? ¿quién manda de verdad? ¿Pep Segura? ¿Eric Abidal? El balón vuelve a ser suyo. Que no lo pierdan más, por favor. En sus manos está que el Barça vuelva a ser el Barça.