DOS MIRADAS

La 'grama' i la 'tica'

Rigau mostró a los jueces, para que lo entendieran, que una cosa es hablar de posibilidades y otra es hacerlo de imposiciones

Gemma Rigau declarando en el Tribunal Supremo

Gemma Rigau declarando en el Tribunal Supremo / TRIBUNAL SUPREMO

Josep Maria Fonalleras

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En la segunda parte del 'Quijote', el bachiller Sansón Carrasco informa al caballero de la edición de la primera parte de sus aventuras, a cargo de Cide Hamete Benengeli. Tanto el Quijote como Sancho están sorprendidos de verse como protagonistas de una ficción que no es sino su propia historia real, que no es sino una ficción. Sancho se lamenta de no haber conseguido la ínsula prometida por el Quijote y se queja de que, esparcidos por el mundo, hay gobernadores mucho más inútiles e ignorantes que él. El bachiller Carrasco le dice que no se fije en esos chapuceros, sino en los que gobiernan ínsulas de verdad: "Por lo menos, han de saber gramática". Y Sancho contesta: "“Con la 'grama' bien me avendría yo, pero con la 'tica', ni me tiro ni me pago porque no la entiendo”.

Gemma Rigau, alma de la nueva gramática catalana, filóloga reconocida, delicada, sabia y discreta, con una sonrisa socarrona que conozco muy bien porque mis abuelos también eran de Banyoles, pronunció una breve, densa, impecable disertación sobre las perífrasis prospectivas en la "ínsula" del Supremo. "El español es más rico en perífrasis de obligación", dijo, y pensé, como Pla, "qué bella puede ser una gramática clara, simple, precisa, inteligible". Rigau mostró a los jueces, para que lo entendieran, que una cosa es hablar de posibilidades y otra es hacerlo de imposiciones. Nos enseñó también que es la lengua la que configura una mentalidad.