ANÁLISIS

Un debate muy nacional para retos globales y locales

La proximidad del 26-M con el 28-A ha hecho que las dinámicas nacionales afectaran a las locales y europeas

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BERTA BARBET

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En este sentido, muchos de los debates que hemos visto en esta campaña se han dado con la vista más puesta en unas eventuales elecciones catalanas o a la formación de un nuevo gobierno en Moncloa, que en los retos y conflictos que marcarán los mandatos en los ayuntamientos, comunidades autónomas y parlamento europeo. El incierto equilibrio entre ERC y JxCat para conseguir la hegemonía del independentismo, la difícil combinación de conflictos y pactos entre los socialistas y los espacios de Podemos, y la ardua batalla entre Ciudadanos y PP para ser la fuerza dominante de la derecha se han visto de forma clara en muchos de los mensajes de estas semanas. Esto provocó que los temas del conflicto catalán y el modelo de estado estuvieran presentes en los debates de casi todos los comicios.

No obstante, y a pesar de las interferencias, esta campaña ha servido para vislumbrar dos dinámicas que van más allá del ámbito nacional. Por un lado, la campaña ha permitido poner en el punto de mira conflictos y retos que seguramente deberían marcar los tiempos del futuro. Temas como la contaminación y el cambio climático, la vivienda y la gestión de la pobreza o la movilidad y los equilibrios territoriales han conseguido entrar con fuerza en los discursos de muchos candidatos. Generando consciencia y cierto debate de propuestas. En segundo lugar, aunque aún estamos muy lejos de un conflicto ideológico propio de los escenarios locales y europeos y los retos que los definen, la campaña ha puesto de relieve que grandes partidos europeos, españoles y catalanes tienen modelos cada vez más distintos para Europa y para sus ciudades y pueblos. Una dinámica que podría ser la primera piedra hacia la generación de nuevos espacios de competición. Siempre que el debate nacional lo permita, claro.