Pequeño Observatorio

El fantástico mundo de las palabras

'Parole, parole, parole' dicen los italianos, quizá despectivamente. Pero sin palabras no seríamos humanos.

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Josep Maria Espinàs

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Si alguien me preguntara, en mi condición de escritor, qué palabra es la más importante, yo diría -sin querer hacer un juego verbal- que la palabra más importante es precisamente 'palabra'. Incluso San Mateo decidió dictar esta sentencia: "Las palabras son activas y rotundas y de las palabras vanas darán cuenta a la hora del juicio final".

Francamente, me estremece esta sentencia, porque, si la aplicamos hoy, en nuestro tiempo de charlatanes inconcretos, serán muchos los condenados.

¿De dónde vendrá la palabra 'charlatán', en catalán 'xerraire'? Y no he encontrado a nadie que me pueda explicar el origen de la palabra catalana 'xerrameca'. ¿Quiere decir que alguien habla en la Meca?

Hace ya muchos años, en tiempos difíciles para ejercer la libertad, me tocó dar algunas charlas (una palabra que nunca me ha gustado). Me suena a palabrería, a 'parloteo'. Tan bonito que es hablar.

Contra lo que se pueda pensar, disponemos de palabras 'ahorradoras', que intentan compensar la palabrería innecesaria. Es un instinto popular. Para compensar, tal vez, la rigidez del impecable lenguaje académico.

Oscar Wilde dijo: "Es más difícil hablar de algo que hacerlo". Encuentro que es una sentencia muy sugestiva. Exactamente lo contrario del pensamiento clásico: podemos escondernos detrás de las palabras hasta que los hechos llaman a nuestra puerta.

La fonética, resumidamente, es el arte de hablar bien, de respetar el sonido adecuado de las palabras. Hay que precisar, sin embargo, que en las lenguas existen diferentes matices.

En otros tiempos hubo en las escuelas clases de oratoria. La entonación adecuada y el ritmo de las sílabas para no convertir las 'as' en una masa compacta ni las 'y' en una sucesión de pitidos. Atención a cómo suenan las palabras. No siempre son de fiar. Alguien encontrará que esta materia escolar hoy sería una enseñanza ridícula.

'Parole, parole, parole' dicen los italianos, quizá despectivamente. Pero sin palabras no seríamos humanos.