Batet y Cruz

Bomberos

La denostada democracia española fue capaz de albergar todo lo que sucedió en la constitución del Congreso y el Senado

Meritxell Batet

Meritxell Batet / periodico

Emma Riverola

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Fórmulas reivindicativas de juramento de la Constitución, camisetas de denuncia exhibidas desde el estrado, toma al asalto de asientos como declaración de intenciones, pataleos y exabruptos vergonzosos, presencia de políticos electos en prisión preventiva… la denostada democracia española fue capaz de albergarlo todo, de soportarlo todo, y el discurso impecable de Meritxell Batet la dignificó: “Ninguno de nosotros individualmente ni ninguno de nuestros partidos por sí solos representa en exclusiva a España ni a ninguno de sus territorios ni a la voluntad de toda la ciudadanía. Cada uno de nosotros somos del pueblo, pero ninguno somos 'el' pueblo. En todas partes hay un otro distinto y legítimo”.

Bastaría con asumir estas palabras y abandonar la visión narcisista de la política, tan cercana a la proyección del ego, para que todo fuera posible, incluso ser capaces de trabajar por un presente y un futuro mejor para todos.

Otra forma de hacer política es posible, y lo han demostrado los flamantes presidentes del Congreso y el Senado. Con sus discursos comprometidos con la democracia, pero también con sus gestos. Batet, enfrentándose con respeto y firmeza a las protestas hiperbólicas de Albert Rivera (cada vez más una caricatura). Y Manuel Cruz, frenando el atropello del popular Rafael Hernando al juramento de Raül Romeva. Viene una legislatura complicada. Al menos, tenemos bomberos y no incendiarios a los mandos.