Análisis

Mujeres en la cúspide

El antídoto contra el 'virus de la abeja reina' es participar en organizaciones en las que haya más féminas

Ana Botín, en una rueda de prensa a principios de junio, en Madrid.

Ana Botín, en una rueda de prensa a principios de junio, en Madrid.

Ester Oliveras

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La presencia de mujeres en posiciones de poder sigue lejos de la paridad. El discurso de que con el simple paso del tiempo las mujeres irían accediendo a estas posiciones ha demostrado ser una falacia, haciendo evidente la necesidad de políticas proactivas.

Hace décadas que existen algunas mujeres en situaciones de poder, que son, o eran, 'outliers' – excepciones que demostraban que era difícil llegar, pero posible--. Sin embargo, se ha comprobado que su presencia no ha servido de impulso para que otras accedan a estas posiciones, sino que, incluso, puede haber actuado en detrimento. 

Uno de los motivos atribuidos a esta constatación es lo que se ha denominado como “síndrome de la abeja reina.” Este síndrome se atribuye a una característica de carácter que la mujer desarrolla por el simple hecho de ser la única en un contexto masculino, y que le otorga una posición de privilegio. La mujer protege este gran honor poniendo dificultades, o incluso, negando oportunidades a otras personas de su mismo género.

El término “síndrome de la abeja reina” culpabiliza a estas mujeres mientras que expresiones equivalentes masculinas como “lomo plateado” o “macho alfa” no incorporan connotaciones tan negativas.  Pero existe otra explicación sistémica y más comprensiva con el comportamiento de estas mujeres en la cúspide: el efecto de la cultura organizativa.

Es lógico que una empresa con valores patriarcales compense a quien actúa de acuerdo a estos patrones. Uno de estos comportamientos consiste en marcar distancias con el resto de mujeres. Incluso en negar la existencia de discriminación y, como muestra, ella misma, que está rodeada de hombres y lo ha conseguido gracias a su esfuerzo personal. Como única mujer, no puede permitirse que otra mujer ascienda y arriesgarse a que no se comporte según los cánones establecidos por la organización. 

Por suerte, el discurso feminista actual está actuando de antídoto a este virus, esperemos que hasta su erradicación. No en vano, “sororidad”, solidaridad entre mujeres, fue considerada la palabra del año en 2018. Se considera que el porcentaje de mujeres a partir del cual estas pueden actuar sin sentirse singularizadas por su género, con voz propia y sin peligro de ser estereotipadas, es del 30%. En el 2018, los consejos de administración del Ibex-35 contaban con un 24% de mujeres. Aunque en el agregado estamos a 6 puntos, el porcentaje de mujeres no está distribuido por igual en todos los sectores empresariales. 

Si eres una mujer en la cúspide, contesta a lo siguiente: ¿Te escuchas a ti misma, de manera repetida, criticando el comportamiento de otras mujeres que trabajan en la organización? ¿Los hombres tienen todas las virtudes posibles? Si has contestado que sí a las dos preguntas, pueden ser síntomas del virus de la abeja reina. ¿El antídoto? Participar en organizaciones en las que haya más mujeres. Algunas seguirán sin agradarte, pero ya no serán todas. Descubrirás un nuevo discurso, ideas variadas y enriquecedoras. Bienvenida a la diversidad