Opinión | ¿Y 'Big Bang Theory?'

Josep Maria Fonalleras

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Los finales

'Big Bang Theory' acaba con un canto a favor de los sentimientos

Imagen del último capítulo de 'The Big Bang theory'

Imagen del último capítulo de 'The Big Bang theory' / periodico

Los finales son tan difíciles como los comienzos. Que se lo pregunten, si no, a los responsables de 'Juego de Tronos', que se ha explayado a lo grande sobre estirpes, traiciones, poder, sexo y sangre y que ha acabado con elevadas dosis de melancolía. O a los creadores de 'Big Bang Theory', la serie que también ha acabado esta semana sin la expectación generada por la cosa de los dragones.

Rectifico. Los finales son más difíciles que los comienzos. Y, en estas producciones televisivas, aún más, porque los guionistas se encuentran ante un dilema narrativamente capital. ¿Culminan la evolución natural del relato, lo que es lógico y previsible que suceda, o deciden romper las expectativas del espectador con una última sorpresa? La genialidad consiste en mezclar los dos conceptos. Es lo que ha pasado en la serie de científicos estrafalarios, "peculiares", como dicen ellos mismos. Doce temporadas de bromas crueles, de reflexión cómica sobre la distancia entre las inteligencias (la académica y la emocional), acaban con un canto a favor de los sentimientos. Los habrá que se quejarán de un exceso de azúcar, acostumbrados a la amargura casi insultante de los que se creen superiores porque saben física pero no saben freír un huevo. Los habrá que habrán visto en el final la culminación de lo que proponía, en el fondo, esta comedia de sabios que viven en otro planeta. Al fin, solo existe la gran explosión del universo de las emociones.