Dos miradas

Las abejas: más que miel

Hay dos tipos de reacción ante la presencia d elas abejas, la tranquila y la histérica

Un grupo de abejas

Un grupo de abejas / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Ante la presencia de las abejas en un entorno cotidiano, hay dos tipos de reacción. La del hombre tranquilo y pausado que deja que chupen la mermelada de la tostada y comparte con ellas el plácido desayuno en una terraza, y la del histérico que mira de luchar contra ellas porque teme la picadura terrible (recuerda otras que le dejaron abatido y doliente). Hay seres humanos que, ante las abejas, tienen al mismo tiempo los dos comportamientos. Practican el zen hasta un determinada frontera que atraviesan, sin preámbulos, cuando cogen un vaso, atrapan la abeja, giran el vaso con rapidez asesina y dejan que, sin oxígeno, la abeja se vaya ahogando.

Es probable que Einstein fuera un integrante del primer grupo, porque dejó dicho, tras aseverar sobre los agujeros negros, que "si las abejas desaparecieran del mundo, a la humanidad le quedarían sólo cuatro años de vida". Están desapareciendo, como ya certifican un montón de estudios, al igual que muchos otros insectos. Los expertos hablan de un "apocalipsis de los insectos" que, más temprano que tarde, nos abocará al colapso. Hay un documental aterrador -'More then honey'- en el que se relata este holocausto progresivo, con unas imágenes terribles del desfallecimiento y la muerte de los himenópteros. Piensen en ello cuando se encuentren con una. Y piensen también en lo que decía Nabokov de las mariposas: "Literatura y mariposas son las dos pasiones más dulces que conoce el hombre".

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