Vamos a contar mentiras, tralará

Tengo un maestro, por fortuna para todos, que aún vive, que suele decirme en los desayunos que compartimos, él y yo solos (mejor no invitar a nadie de la nueva escuela), que el mayor error que hemos cometido los viejos de nuestra generación, perdón, los periodistas de nuestra edad, sí, sí, largamente cumplidos los 60, es no defender a capa y espada (yo creí que sí lo hacíamos), el valor del papel, de la edición impresa, de EL PERIÓDICO que está en los quioscos.

Defenderlo, dice él, hasta el extremo de seguir demostrándoles a nuestros lectores, a lo nuevos (pocos) y fieles lectores, que si hay algo creíble es el papel, la única información que se contrasta una, dos y hasta tres veces antes de ponerse negro sobre blanco (con algo de color). Hemos perdido, de calle, la batalla con Internet, con las redes sociales, twitter, Instagram, facebook y, por supuesto, con todo aquel que tiene un móvil en sus manos (el último grito de las rotativas instantáneas) y, sobre todo, un aparato llamado Community manager, o como se llame ese personaje o factoría de noticias falsas.

Piqué y Griezmann

Ya no nos cree nadie. Es imposible ser creíble cuando, en el mundo de internet, navegan millones de noticias (vídeos y fotos incluidas, manipuladas, tratadas, falsas) que no son verdad. Ya no es, no, que Piqué le haga un vídeo a Griezmann para decir que se queda en el Atlético y, a los diez meses (probablemente), esté preparando otro para decir que lo ficha el Barça. Al fin y al cabo, Piqué no se esconde, quiere ser su propio periódico, radio y televisión.

El 'Sevilla', Miguel Ángel Rodríguez, gracioso él, chistosísimo él, artista él, cantante (dicen), líder de Mojinos Escozíos, nos ha engañado a todos (como tantos otros, tampoco lo voy a señalar a él, o sí, sí, lo señalo) contando que su esposa, madre ya de tres hijos, estaba embarazada de quintillizos. Y nos lo hemos creído. Es lo último que nos creemos. Y haremos bien. Era mentira. ¡Yupi, que gracioso! formaba parte de una campaña del 'community' ese, o el otro.

Y así pasan los días y el mundo pierde, no ya la fe, sino la credibilidad. Así que no es que el periodismo, el buen periodismo, se esté muriendo, es que hemos decidido matarlo entre todos. No es que el papel no aguante ya de pie, ni que cierren los quioscos, es que el truco es contar mentiras, para que nos las creamos media hora o ni eso.