La inmigración en elecciones

Asuntos menores

Los 'menas' son, antes que cualquier otra cosa, menores vulnerables, y tienen que estar al abrigo de un uso partidista

Ernest Maragall juega un partido de fútbol con menas

Ernest Maragall juega un partido de fútbol con menas / ACN / GUILLEM ROSET

Mar Calpena

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La Declaración de los Derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 1959, afirma en su punto noveno que los niños han de estar protegidos de todas las formas de negligencia, crueldad y explotación. Harían bien en recordar este punto los alcaldables en campaña, en particular cuando la oportunidad de hacerse la foto a costa de los menores más desprotegidos de nuestra sociedad, los 'menas', les resulta irresistible. Es muy propio de la vieja política querer proyectar una imagen de bondad durante las campañas despeinando a los niños de los simpatizantes, pero de aquí a instrumentalizar las criaturas que llegan a nuestro país sin nadie que los apoye, hay un salto ético bastante largo. No puede ser que el interés de los menores sea secundario respecto a los problemas o ventajas que nos puedan comportar como sociedad. Los 'menas' son, antes que cualquier otra cosa, menores vulnerables, y su imagen también tiene que estar al abrigo de un uso partidista. Es por ello que la fotografía de un Ernest Maragall jugando al fútbol con un grupo de menores tutelados por la Generalitat es particularmente desafortunada.

Sesenta años después de la declaración de los derechos de los niños, y a pesar de la firma el pasado día 1 de abril de un pacto entre los partidos que los instaba a promover solo un debate responsable sobre la inmigración, lo cierto es que esta -y muy en particular la de niños y jóvenes- ha entrado de lleno en la agenda de campaña. Pero una foto oportunista es poco en comparación con propuestas como las que formula el candidato a la alcaldía de Barcelona por el PP, Josep Bou, quien quiere repatriarlos a los países de origen.

Y la campaña también viene marcada por incidentes racistas, como los producidos en Castelldefels y Canet, y por conflictos en potencia, como el de Rubí, motivados por una deficiente gestión de la información por parte de la alcaldesa socialista de la ciudad. Y tanto 'menas' como extutelados están cansados de que se les trate como puntos en el orden del día en el argumentario de los partidos y por eso el pasado jueves la asociación de 'exmenas' salió al paso de las protestas de los vecinos de Rubí -descontentos por la reubicación de un grupo de menores a un centro que debería contar con 80 plazas- para ofrecerse a mediar entre las partes.

Las oleadas migratorias de niños y jóvenes son un tema que trasciende con fuerza el ámbito municipal, y nos debería hacer sospechar de quienes las quieren encarar así. Ni se han de aceptar argumentos estilo NIMBY ('Not in my backyard', no en mi patio trasero, en inglés) que convierten a los niños en una patata caliente, ni se debe permitir que los conflictos locales disimulen las carencias en materia social de la administración que se debería hacer responsable, que es la Generalitat, y de un Govern que no ha sabido o no ha querido enderezar los recortes de Artur Mas. Y, sobre todo, hay que poner el hilo a la aguja con inmediatez, y no esperar a que los 'menas' desaparezcan de la foto porque han dejado de ser menores, sino porque como sociedad hemos conseguido que ya no estén solos.