Designaciones de Batet y Cruz
La hegemonía de la distensión
Sánchez se expresa de momento en símbolos y el primero, antes incluso de que haya echado a andar la legislatura, tiene largo alcance: responde con perfiles dialogantes al bloqueo
José Luis Sastre
Periodista
José Luis Sastre
Hace unas cuantas elecciones, los ciudadanos castigaron a quienes proponían consensos y terceras vías porque la cosa iba de trincheras. Estaba todo tan crispado que pareció que se esfumaran la moderación y el centro, por donde siempre se dijo que se ganaba en España. Incendiaron las palabras y emergió la extrema derecha. Ocurrió que la gente regresó a las urnas el pasado mes de abril y dispuso la situación de otra manera, con Vox por debajo de sus expectativas y con premio para el partido al que sus adversarios acusaban de haber vendido España “a los traidores”. Creció el PSOE, se hundió el PP. Tensión-distensión, que es la fase que ahora toca según revela el increíble giro de Pablo Casado, dispuesto si hace falta a renegar de José María Aznar. Es esta hegemonía de la distensión que instalaron las elecciones la que explica que Pedro Sánchez intentara el nombramiento de Miquel Iceta para el Senado y que él, tras el veto de los independentistas, se la devuelva con la doble designación de Meritxell Batet y Manuel CruzMeritxell BatetManuel Cruz.
A falta de políticas, Sánchez se expresa de momento en símbolos y el primero, antes incluso de que haya echado a andar la legislatura, tiene largo alcance: responde con perfiles dialogantes al bloqueo, responde con catalanes a quienes se arrogan la representación de la Catalunya única del ‘un sol poble’ y responde a los anticatalanistas con dos catalanes en altas magistraturas. La trayectoria política de Sánchez resulta, al cabo, una sucesión de carambolas, audacias, atrevimientos y adversidades de las que, por ahora al menos, ha salido siempre airoso.
Así, de la semana en la que le vetaron a Iceta sale en cabeza de las encuestas, con la evidencia de que no hay pacto con los independentistas pese a que Casado y Albert Rivera no le crean y con la detención del etarra Josu Ternera. La sonrisa del destino debía de ser esto. Es verdad que le queda al presidente en funciones la parte más difícil, que no será tanto encontrar los apoyos para la investidura como gobernar con un número de diputados ya suficiente para cumplir aquello a lo que se comprometió, que va más allá de sacar a Franco del Valle de los Caídos. Va, por ejemplo, de que los símbolos en Catalunya se traduzcan en hechos y la distensión se consolide al fin para que España pase de ser una ideología al lugar donde conviven varias ideologías.
Sánchez prepara el terreno, revive al PSC y designa al binomio Batet-Cruz para emitir las primeras señales antes de que el Supremo dicte la sentencia del 'procés', cuya digestión será la gran prueba de la legislatura que viene y para la que JxCat y ERC también han enviado sus mensajes: cada uno trata de crear el marco que le sea más propicio hasta esa sentencia. Entre tanto, la campaña obliga a las pequeñas cuitas. Y ahí les tienen, a la greña: el PP contra Ciudadanos; Iglesias contra Errejón, Esquerra contra JxCat mientras Pedro Sánchez, que sobrevivió a la peor pelea interna que se recuerda, maneja tranquilo los tiempos y los símbolos. La sonrisa del destino, de momento.
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