LA CLAVE

El plató del 'procés'

Rehén del combate interminable entre ERC y JxCat por el trono nacionalista, el Parlament es desde hace tiempo un estudio de rodaje de películas de suspense

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LUIS MAURI

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El humo que cubre y ciega el conflicto catalán puede parecer distinto en algunos momentos. Quizás varíen el color o la densidad o la textura, pero la hoguera es muy antigua. El incendio es el mismo de siempre: el de una batalla larga y añeja entre ERC y la neo/posconvergencia por el trono nacionalista. Una pugna sorda pero estridente, visceral pero eufemística, pomposa pero desnuda… Un pulso contradictorio, acomplejado y por eso mismo imprevisible, en el que los contendientes mutan eléctricamente de halcones a palomas y viceversa.

Rehén de ese combate interminable, el Parlament es desde hace tiempo un plató de cine. Las mejores tramas de suspense suelen valerse de un macguffin, un recurso narrativo que sitúa a los personajes en el argumento pero que por sí mismo es irrelevante en la historia. El más reciente episodio no tiene uno sino dos macguffinsmacguffins: la falta de cortesía parlamentaria y la soberanía del Parlament, los dos pretextos hallados por los independentistas para impedir la elección del socialista Miquel Iceta Miquel Iceta como presidente del Senado.

El útimo giro de la intriga

Ambos pretextos argumentales son irrelevantes y sustituibles sin que la trama se vea afectada. Pero colocan a los personajes en la intriga, que no es otra que aquella batalla antigua por el cetro independentista, sobreexcitada ahora por la doble vuelta electoral.

El último giro de la intriga torpedea la distensión ensayada por Pedro Sánchez, establece la arbitrariedad como moneda corriente en la relación de los grupos parlamentarios catalanes, se sustenta sobre recursos quebradizos cuando no grotescos…, pero da igual, los macguffins cumplen con su misión: conducen la historia y al espectador al lugar deseado.

El Parlament, un plató; el Govern, paralizado; el ‘president’, amortizado. Siempre es arriesgado hurgar en el futuro, pero el conflicto catalán permanecerá bloqueado, sin espacio para la distensión, hasta que el Tribunal Supremo dicte sentencia (y esta sea cabal), y ERC y JxCat diriman su disputa en unas elecciones catalanas (y uno de ellos se imponga sin discusión sobre el otro). Solo entonces. No antes.