Dos miradas

Satanás legal

Leo, estupefacto, que el Templo Satánico, en Estados Unidos, deja de ser una secta para pasar a ser una religión oficial

Actuación de los Diables de Terrassa, este sábado por la noche en la ciudad vallesana.

Actuación de los Diables de Terrassa, este sábado por la noche en la ciudad vallesana. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Mi relación con el Diablo, el Demonio, Satanás, el Anticristo, Baal, Mefistófeles, el Maligno, el Ángel caído, las Furias del infierno, Íncubo y Súcubo, Leviatán, la Serpiente, el Gran Cabrón, o como quieran llamarle, viene de lejos. En mi juventud fui Lucifer, que no es poco, aunque debo decir, a continuación, que mi reino en el Tártaro se reducía a las cuatro horas de función de los Pastorets. Cuatro horas durante las que era capaz de rebelarme, escupir odio contra Dios, blasfemar a la manera catalana, secuestrar rabadanes, mandar en el país de las calderas de Pedro Botero y, finalmente, caer rendido bajo los pies y la espada flamígera del ángel Gabriel, papel que interpretaba mi amigo Josep Domènech. Es decir, el dicho "quien habla del Diablo, cerca lo tiene", no me afecta especialmente, porque resulta que yo era el Diablo.

Con estos sacrílegos antecedentes, leo, estupefacto, que el Templo Satánico, en Estados Unidos, deja de ser una secta para pasar a ser una religión oficial, admitida por el gobierno federal. Esto significa que podrá solicitar subvenciones, que estará exenta de impuestos y que cualquier adepto, con todo el derecho del mundo, podrá afirmar que es "satánico" cuando le pregunten qué religión profesa. Las misas negras dejarán de serlo y el culto a Baphomet será público y protegido. Como antiguo Belcebú que soy, protesto por tanta mediocridad y tanta sumisión a la norma. Hasta ahí podíamos llegar.

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