Elecciones municipales

Barcelona: la gente o el independentismo

La prioridad debe ser laciudad, no unos sueños irrealizables que paralizan la acción de gobierno

Colau, durante un acto de campaña en el Parc de les Glòries de Barcelona, el 12 de mayo del 2019

Colau, durante un acto de campaña en el Parc de les Glòries de Barcelona, el 12 de mayo del 2019 / periodico

Eulàlia Vintró

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El 26 de mayo estamos convocados a las 11ª elecciones municipales desde la recuperación de la democracia y, probablemente, estas sean –después de las de 1979– las más decisivas para el futuro de la ciudad. La izquierda superó entonces ampliamente a la derecha y mantuvo esta victoria hasta el 2011 gracias a sumar siempre PSC y PSUC, y últimamente ERC. Ese año, CiU obtuvo la alcaldía, que perdería, contra pronóstico, cuatro años más tarde en manos de Barcelona en Comú.

A excepción de un solo mandato de la derecha catalana en minoría, la izquierda con acuerdos programáticos y de gobierno ha dirigido las políticas de la ciudad y es responsable de su transformación y del papel destacado que Barcelona juega en el marco internacional. No hay nada destacable del mandato de CiU, más allá de la pérdida de la alcaldía en beneficio de una fuerza nueva de la izquierda, Barcelona en Comú, que sumaba en su coalición a ICV y EUiA. En el 2015, además de BComú, dos formaciones políticas accedieron al consistorio, Cs y la CUP, con cinco y tres concejalías respectivamente, ya que superaron el 5% de votos que les dejó fuera en la convocatoria anterior. La fragmentación consistorial se ampliaba de cinco formaciones a siete y, al parecer, se mantendrá en el inmediato futuro.

Cambios en los programas electorales

A lo largo de estos 40 años, las elecciones municipales han sido la ocasión para debatir las diversas propuestas que cada partido había diseñado para resolver los problemas de la ciudad y mejorar las condiciones de vida de su gente. Desde el urbanismo al transporte, desde el bienestar social a la seguridad, desde el turismo al comercio, desde el ámbito metropolitano al nacional e internacional, desde el empleo al medioambiente, todas las cuestiones que afectaban a los barceloneses tenían su reflejo en los programas electorales y el elector sabía que la única meta era la ciudad.

Las próximas elecciones no irán así y vale la pena tenerlo muy presente a la hora de votar. Por primera vez, la línea divisoria no será entre la izquierda y la derecha, sino entre independentismo y no independentismo, y queda claro que ERC y JxCat aspiran a ganar la alcaldía para poner la ciudad al servicio de la independencia y de la soñada república. Los catalanes sabemos bien qué significa esto: que en los dos lados de la plaza de Sant Jaume se deje de gobernar y que ERC pacte de nuevo con la derecha.

La pugna está entre los ‘comuns’ y ERC. Los primeros han demostrado, a pesar de gobernar en minoría, que su prioridad es la política social, afrontar los déficits más acuciantes como la vivienda, la contaminación, los abusos turísticos, las infraestructuras, el urbanismo de barrio o la municipalización de servicios básicos, mientras que el discurso de ERC subraya el papel de Barcelona como capital de la república y la voluntad de pactar con quien comparta esta opción. Tenemos dos semanas para reflexionar. Hay que votar, pero hacerlo pensando en la ciudad y toda su gente. Esta debe ser la prioridad, no unos sueños irrealizables que paralizan la acción de gobierno.