Opinión | EL ARTÍCULO Y LA ARTÍCULA
Juan Carlos Ortega
Juan Carlos Ortega
Pedir enemistad
Tengo un amigo que toca la batería. Se llama Marcos Borrego y suele utilizar su cerebro para pensar en la vida, la muerte, la amistad y, en general, todos esos asuntos en los que vale la pena detenerse. Acaba de enviarme un mensaje de Whatsapp con una idea brillante. Me cuenta que no estaría mal hacer una red social para tener enemigos. Imagínenselo: un Facebook cuyo objetivo no fuera ampliar la lista de tus maravillosas amistades, sino de tus repugnantes enemistades.
Al abrirlo, podríamos leer notificaciones tan insólitas como la siguiente: «Luis Alsina quiere ser tu enemigo». Y entonces, haciendo uso de tu libre albedrío, decides si le otorgas al desconocido señor Alsina el privilegio de ser tu adversario.
Con esta nueva red, presumiríamos del número de gente que nos odia. «Tengo 5.000 enemigos y ya no puedo tener más; si quieres ser mi enemigo tendré que borrar a uno». ¿Y a quién borras? Naturalmente al que mejor te caiga.
Una de las dudas más espantosas a las que nos enfrentamos los seres humanos desde que vivimos en sociedad es saber si a determinada persona le caemos bien en realidad. Nunca podemos estar del todo seguros de si son amables con nosotros de modo sincero o todo no es más que una pantomima hipócrita. Con esta nueva red, cuyo nombre dejo en manos del futuro Zuckerberg, despejaríamos todas nuestras inseguridades de manera inmediata:
A Abelardo le caemos mal. Nos lo ha dicho. Nos ha pedido enemistad.
¿Qué asuntos podríamos publicar en ese muro? Obviamente cuestiones que molesten al mayor número de enemistades posible. Cientos de miles de caras enfadadas nos harán sentir satisfacción sabiendo que lo hemos conseguido. Alguna vez, claro está (internet está plagado de 'lovers') saldría algún simpático poniéndonos un corazoncito, pero entonces simplemente echaríamos mano a nuestra maravillosa posibilidad de bloquearlo. «En mi muro solamente tengo a imbéciles; no sé qué diablos te has creído haciéndote el bondadoso conmigo. Te bloqueo porque tengo una lista enorme de enemigos que están esperando a que los acepte».
Al principio, nos parecería rara esa red, pero poco a poco nos daríamos cuenta de que tiene mucho que ver con nosotros. Una aplicación para móviles, 'tablets' y ordenadores que nos permitiera conocer el número exacto de individuos que no nos soportan, a los que les encantaría vernos sufrir, una red en la que pudiéramos ser antipáticos, desagradables, obscenos, siendo todas esas cualidades algo tremendamente aceptado. ¿Se lo imaginan? Una red para ser despiadados, crueles, en la que pudiéramos sentir satisfacción al ver sufrir a nuestros contactos. Una red, en suma, que... ¡Esperen, esperen! Creo que eso ya ha sido inventado: se llama Twitter.
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