Dos miradas

Los amores de la patria

Qué vacías, qué frías son las patrias cuando no se llenan de amores compartidos

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Jordi Évole

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Jordi Évole se despidió de 'Salvados' con un programa que se intuye engendrado en las entrañas. Emoción a raudales y un rosario de minutos en el que cada frase es un relato de vida. El retorno a unas raíces que son las de muchos. A unos barrios que un día fueron de tierra y cemento, de mil acentos y aún más sueños. Un recorrido por hombres y mujeres que llegaron hace décadas a Cornellà con sus vidas embutidas en una maleta. Podría destacar muchos, todos los testimonios. Desde el hombre que planta olivos y laureles en los rincones, a las tres mujeres que imaginan su futuro si ahora fueran jóvenes, pero ninguna referencia será tan potente como la que refleja la pantalla. Porque tienen que verse esos rostros, esas miradas. La entereza frente a las pérdidas, la sonrisa que se abre, tozuda, aunque se relaten miserias, el orgullo por el triunfo de los hijos. Y amor, todas las acepciones del verbo amar. Amores que quizá no supieron de poesía, pero que ahora son expertos en cuidados y en vidas construidas arrimándose unas con otras. ¿Cómo mantenerse en pie cuando una falta?

Ellos, los que tuvieron una infancia que olía a olivo, somos nosotros. La tozuda realidad que se impone a los que hablan en nombre de una Catalunya imaginaria y monocolor, o los que defienden una España tan soberbia que se olvida de los humildes esfuerzos de quienes la habitan. Qué vacías, qué frías son las patrias cuando no se llenan de amores compartidos.