Dos miradas

Irresponsabilidad

Las pantallas parece que han añadido un cierto ensimismamiento, no exento de narcisismo, que hace contemplar el mundo desde un único lado de la pantalla: el propio

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Emma Riverola

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Las llamas se extendían por el avión accidentado en Rusia, pero una persona mantenía sus manos ocupadas en una macabra grabación. En unas horas, el vídeo se hizo viral. ¿Cuántas personas hubieran podido salvarse si esas manos se hubiesen empleado en ayudar? El fenómeno espectador no es nuevo. Hace unos años, una niña china fue atropellada y agonizó en plena calle. Hasta 18 personas pasaron por su lado sin atenderla. La psicología social habla de difusión de responsabilidad, de la inhibición de la ayuda cuando hay otras personas presentes. Las pantallas parece que han añadido un cierto ensimismamiento, no exento de narcisismo, que hace contemplar el mundo desde un único lado de la pantalla: el propio. Registrar para alimentar la vanidad, para conseguir más reconocimiento. Impera una cierta sensación de falta de responsabilidad hacia el entorno. Como si no incumbiera, como si fuera ajeno e inalterable. Una irresponsabilidad que parece extenderse en todos los ámbitos, también en la política espectáculo.  

El ‘procés’, esa perversión del independentismo, ha hecho de la propaganda y la gestualidad (no exenta de trágicas consecuencias) sus principales armas. Ha creado un enorme lente deformante en el que cabe el mundo entero, todas las situaciones. Lo que no se considera propio es caricaturizado, execrado. Mientras, cientos de miles de personas observan impávidas la degradación del otro. Irresponsablemente impávidas.