IDEAS

Guinovart, Volart, Mercè Rius

El artista catalán Josep Guinovart, en una imagen del 2005.

El artista catalán Josep Guinovart, en una imagen del 2005. / periodico

Xavier Bru de Sala

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No es nada raro que nuestra primera mente filosófica desde Rubert de Ventós, Mercè Rius, se interese por la obra de este descendiente de Gargantúa llamado Josep Guinovart. Quien pretenda aprovechar la actualidad para profundizar en conocimiento y disfrute, que no prescinda del básico 'Matèria, el grau zero de la filosofia' (PUV) ni de 'La realidad transformada', la retrospectiva de esta potencia imparable y desbordante -Guinovart, el eterno resurgido- que se expone en Espais Volart según la mirada de Llucià Homs, que la ha comisariado con propósito explosivo.

Mercè Rius y una exposición profundizan en la obra del desaparecido artista catalán 

Las proposiciones más detonantes de Rius se expresan en una prosa de pies de plomo, forzada por la mediocridad del medio dominado por los predicadores de baba que solo ayudan a arrinconar el pensamiento a cambio de efímeros espacios mediáticos. Guinovart pertenecía, en cambio, a una de las mejores generaciones artísticas que ha dado el país, la de los chiflados sofisticados, siempre contenidos y nunca sueltos de Dau al Set, la de los esbeltos y educadísimos Ràfols-Casamada y Hernández Pijuan, poseedores de manos finísimas de articulados dedos poncianos. Pertenecía a ella por edad, pero pintaba a años luz el descamisado Guinovart, de abundante geografía carnal, el auténtico mago de la naturaleza de su época y la nuestra. La radical y frondosa Mercè Rius, arraigada en la sabiduría de las rocas. Ambos pues, a pesar de las apariencias, elevando su obra en entornos indiferentes, por no decir adversos, por no decir hostiles.

"El espíritu es vida que languidece al materializarse", afirma Rius a propósito de Guinovart. La frase conlleva, modo contrario, el espejo del quiasmo que hermana a pintor y filósofa: la materia es muerte que florece al espiritualizarse. Fuerza descendente de la materia, fuerza ascendente de la naturaleza.

Ernest Maragall y Jordi Graupera comparten pesimismo cultural barcelonés (el resto, ni eso). Andan errados. Es cuestión de fijarse, de reconocer y proclamar el talento por encima de las paredes de los contenedores que lo ocultan.