TENSIÓN EN EL PAÍS CARIBEÑO

Maduro, sin comodines

El golpe de Estado en Venezuela fracasó porque Guaidó y López se precipitaron arruinando una acción prevista para el 2 de mayo

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Ramón Lobo

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Hay países con estrella y países estrellados. Tienen en común la tenencia de yacimientos de petróleo, gas o minerales estratégicos. Caer en una u otra categoría depende de ser amigo o no de quién decide el premio o castigo. Arabia Saudí es amiguísimo porque compra armas y municiones por valor de miles de millones gobierne quien gobierne en EEUU. Venezuela es malísimo porque mantiene su petróleo alejado de nuestras empresas.

El negocio armamentístico con Riad permite a los saudís descuartizar periodistas, eliminar defensores de los derechos humanos, encarcelar mujeres, expandir una ideología integrista como el wahabismo y bombardear Yemen. Tiene impunidad.

Venezuela es de los estrellados. Es el país con las mayores reservas petroleras conocidas, más que Arabia Saudí, Canadá, Irán e Irak. Entre los cinco primeros de esta lista hay uno que fue invadido en el 2003, con la excusa de unas inexistentes armas de destrucción masiva; otros dos son objetivo de John Bolton, jefe de Seguridad Nacional de Trump.

Bolton es uno de los 'halcones' que organizaron el derrocamiento de Sadam Husein al precio de destruir Irak, engendrar el ISIS y prender una guerra civil en Siria que aún no ha finalizado. Solo por el número de muertos causados no debería tener derecho a repetir fechoría.

Mentiras masivas

Cuando funcionan las mentiras masivas, como en el 2003, la tentación es repetirlas sin cambiar una coma, y en eso estamos. Al frente de la misión de devolver la democracia a Venezuela está Elliott Abrams, un tipo que mintió dos veces al Congreso: en el escándalo Irán-Contra y otra al negar la participación del batallón Atlácatl –entrenado por EEUU- en la matanza de El Mozote, en El Salvador, en la que fueron asesinadas 1.725 personas, la mayoría mujeres y niños.

Abrams también fue uno de los creadores de la Contra, organización compuesta por disidentes nicaragüenses y mercenarios extranjeros que trataron de expulsar a los sandinistas del poder en una larga guerra de desgaste. También está relacionado con los militares guatemaltecos, responsables de la desaparición de 45.000 personas en la represión de la guerrilla.

Añadan al cóctel a Erik Prince, fundador de Blackwater, organización de mercenarios acusada de graves crímenes de guerra en Irak. Si no fuera estadounidense y blanco, Prince estaría en La Haya. Propone crear un ejército de 5.000 mercenarios para derrocar a Maduro. Esta solución concuerda con el historial de Abrams. Más que una intervención directa de marines, EEUU trataría de crear una nueva Contra que opere desde suelo colombiano y, quizá, ecuatoriano.

Falta de libertad

Con Venezuela vuelan las emociones, los insultos y las descalificaciones. No hay matices. Fluye la propaganda y la desinformación orillando las noticias contrastadas. Es difícil trabajar en un país económicamente hundido. Era de los más ricos de América Latina –sobre todo para los ricos—. Es casi imposible moverse en un ambiente de falta de libertad en el que se persiguen a periodistas locales y extranjeros. El problema es que nos gastamos todos los adjetivos antes de tiempo y ahora todos parecen de segunda mano cuando estamos ante una tragedia que puede acabar en un baño de sangre.

La partida se dirime entre chavistas y antichavistas, entre su petróleo y mis petroleras, entre Trump y Putin. En medio apenas existen personas que sufren y tienen miedo.

El colapso de Venezuela se debe a varios factores: descenso del precio del petróleo, ineficacia gubernamental, boicot y sanciones. Desde el 2016, el PIB ha caído un 48%, que sería un 70% si contabilizamos desde el 2011. Solo Siria supera este derrumbe. El 87% de los venezolanos vive en la pobreza. La inflación superó el año pasado el 12.515%. La pérdida media de peso en los dos últimos años es 19 kilos. Son datos de un The Spectator Index.

Discurso poco integrador

La oposición no es uniforme, abarca desde bolsonaros y ultra liberales a exchavistas hartos de Maduro y su camarilla. El error de la oposición es rechazar todo lo que huela a Hugo Chávez y no tener un discurso que integre a todos los venezolanos, incluidos los generales. El miedo a una revancha mantiene lejos a muchos que detestan a este gobierno. Es una cuestión fondo y forma, de lenguaje y de programa. Deberían tender puentes, no dinamitarlos.

Lo ocurrido esta semana ha sido el intento más serio de derrocamiento de Nicolás Maduro. Parece que en la conspiración estaban generales, jueces y altos cargos. Fracasó porque Guaidó y López se precipitaron arruinando un golpe previsto para el 2 de mayo. Maduro ha salido de esta, pero se ha quedado sin comodines. También la UE, y España, que tiene un problemón en su embajada. Se precipitaron en reconocer a un presidente sin más poder que el respaldo de la Casa Blanca. Ahora somos parte del problema, no la solución.