Ciudad estridente

Semana sin ruido, ¿en serio?

Se estima que el 88% de barceloneses están expuestos a niveles sonoros insoportables

Tráfico denso en la Ronda de Dalt a principios del pasado marzo.

Tráfico denso en la Ronda de Dalt a principios del pasado marzo.

Juli Capella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Milan Kundera opina que «la transformación de la música en ruido es un proceso planetario, mediante el cual la humanidad entra en la fase histórica de la fealdad total». Ya sabemos que el escritor checo no es precisamente la alegría de la huerta, pero algo de razón no le falta. El ruido campa en nuestras vidas sin remedio y nos está afeando. En la discoteca, en la radio, en el ascensor, y en la calle todo el día.

La Generalitat celebró la pasada semana 'La semana sin ruido', pero casi nadie lo ha oído, hay tanto ruido de fondo... Los expertos indican que el 88% de los barceloneses estamos expuestos a niveles sonoros insoportables. En las calles del Eixample se llega con facilidad a los 70 decibelios, cuando la UE recomienda no pasar de 55. Alguien pensará que al menos los interiores de manzana se convierten en un paraíso sonoro, pero tampoco, la proliferación de hoteles y restaurantes con terrazas en los patios, han acabado con la calma y el reposo para los vecinos, –viva el turismo, que nos beneficia a todos–. Y si te toca patio de escuela, aún peor.

Puedes cerrar los ojos y la boca, taparte la nariz, pero resulta imposible dejar de oír. Siempre suena algo de fondo, aunque sea el latido de tu propio corazón, como descubrió el músico John Cage en 1951, buscando en una cámara anecoica el silencio absoluto. Impresionado, compuso su célebre obra 4’33”, es decir 4 minutos y 33 segundos de silencio, o mejor dicho de infinitesimales ruidos imposibles de acallar.

Partiendo de la certeza de que vamos a oír constantemente algo, desde el nacimiento hasta la muerte, se trata de lograr un equilibrio entre deleitarte con lo placentero –la música–, escuchar lo conveniente, y minimizar el resto: ruido, bulla y estrépito. El principal causante de la contaminación acústica es hoy el trasporte, y aquí se abre una esperanza, en breve será todo eléctrico. Sin contaminación ni ruido, pasear por la ciudad ya no será lo mismo y tal vez volvamos a la senda de una humanidad más bella.