Fue casi una final anticipada
Antonio Bigatá
Periodista
Antonio Bigatá
No recuerdo otro partido en que se pasase tanto miedo en el Camp Nou. Aquella primera parte el Liverpool jugó soberbio, superior al Barça, atacando con insistencia, clase y cohesión. Salah era casi como Messi y llegaba cuando quería hasta el borde del área pequeña como un cuchillo en mantequilla recalentada. Pero el Barça supo mantenerse en pie gracias a la calidad global de su defensa y portero, potenciado por el golpe de astucia de Valverde: reforzar -pese a la incomprensión militante de quienes dudan de su sabiduría- la franja de contención con la intensidad galáctica en todas direcciones de Arturo Vidal.
Fueron Piqué, Lenglet y Alba los que se cruzaban a toda velocidad asistiéndose continuamente para frenar a Salah y en menor escala a Mané. Pero ante ellos la eficacia consustancial a Busquets y Rakitic reforzados por Vidal es lo que durante aquella primera parte infernal salvó al equipo y al partido del talento con que ese descomunal preparador que se llama Klopp preparó el lance.
Pero hacia arriba se desgranaban afilados zarpazos de contragolpe del Barça llevando un idéntico miedo a las filas del Liverpool y su menos perfecta defensa. Messi y Luis Suárez los rompían, en esa noche en que quienes les arropaban desde atrás no seguían los manuales tradicionales de Can Barça. Porque buen fútbol espectáculo ya lo hemos tenido a chorros; ahora lo que se trataba era de resultadismo, de ganar pisoteando la estrategia precisamente antiguardiolista diseñada por Klopp. Este al final del partido tuvo la gallardía de reconocer que quizá su único fallo había sido no prever la titularidad de Arturo Vidal y lo que ello supondría para el tipo de juego que desplegaría el Barcelona.
El sexto de Messi
Aquella primera parte de terror para las dos aficiones o fue o se le pareció mucho a una final anticipada de esta Champions. Lo subrayo respetando las posibilidades que merece el Ajax con su propuesta de fútbol total e incluso las del Tottenham si la semana que viene recupera efectivos. En el Wanda se podrá ver algo parecido pero no de más calidad que en aquellos primeros 45 minutos.
Barça y Liverpool jugaron con el alivio mental de saber ya eliminados al City, la Juve y el Bayern, y tranquilos porque con la llegada del VAR y la política senil de descartes y contrataciones de Florentino el Real tiene más pasado que futuro. El VAR continuará vigilando los árbitros y el 'ser superior' a partir de ahora podrá comprarse buenos jugadores pero posiblemente no los que realmente desea y necesita (Messi, Mbappé, la cuadra de Guardiola) para darle la vuelta rápidamente a su tendencia al fútbol 'interruptus'.
Messi probablemente conquistó el miércoles pasado su nuevo y definitivo Balón de Oro, el de la superioridad final sobre todo el fantasmeo. Su partido excepcional estuvo sin embargo trufado con muchísimos minutos de descanso sobre el césped. Su dinamo reposó más que nunca para estar en condiciones de darle fuerza centelleante en los minutos puntuales necesarios.
Es como un jugador termodinámico (necesita pausas) que logra rendimientos puntuales propios de energía nuclear. Sospecho que es su libro de estilo para intentar durar hasta los 40 años a su alto nivel. No me gusta el suicidio y no sé qué harán en el futuro sus adversarios. El mismo Liverpool, que podría haber sido todavía más peligroso en una final a partido único, sabe que su cruz es que tendrá delante al argentino durante noventa minutos más.
Valverde debe también contar con eso. Y sabe que puede hacerle un gran homenaje indirecto a su jugador favorito, porque después de los dos tripletes totales que consiguieron Pep y Luis Enrique si él también lo alcanza acabarán todas las dudas y especulaciones sobre el máximo responsable -común denominador- de todas ellas, que es Messi. Los tres preparadores son sensacionales pero sin el argentino parecen ser eso, preparadores sensacionales que no es seguro que puedan repetir las gestas que hicieron en Barcelona sin Messi.
El Liverpool debe esperar
De momento mi apuesta es que este año ganará la Champions el Barça y el año que viene, por merecimientos acumulados, ese Liverpool de Klopp que vimos en el Camp Nou. Me ilusionará sin embargo (y lo escribo porque no soy hipócrita) que si el Barça repite lo de ahora o si Pep acaba llevándose el gato al agua con su tremendo trabajo deportivo, yo no derramaré ninguna lágrima.
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