Análisis
El Primero de Mayo y el nuevo ciclo político
Necesitamos agentes sociales, sindicatos y patronales, sólidos y adaptados a los tiempos
Jordi Alberich
Economista
Jordi Alberich
Este Primero de Mayo viene a coincidir con el nuevo ciclo político que se ha abierto en España el pasado domingo, y con el que se iniciará en Europa tras las elecciones del próximo 26 de mayo. Una nueva etapa en la que el acceso al trabajo y la calidad del mismo deben centrar, más que nunca, la agenda política. Y hay motivo para un cierto optimismo. Tres comentarios al respecto.
En su próxima legislatura, las instituciones europeas deben empezar a conducir una economía globalizada y mal regulada cuando no, sencillamente, desregulada. Solo organismos supranacionales, como la Unión Europea, pueden hacer de la revolución tecnológica un generador de riqueza que alcance a todos los ciudadanos. En este sentido, recientemente la Comisión Europea ha dado los primeros pasos en lo que debe ser una genuina política 'antitrust' frente a las grandes multinacionales tecnológicas, imponiendo multas muy elevadas por abusos de su posición de dominio.
Si en los próximos cinco años, la Comisión es capaz de abrir los mercados a la competencia, defender la privacidad de los datos, y conseguir que dichas corporaciones, especialmente Apple, Amazon, Facebook, Microsoft y Google, asuman impuestos como cualquier otra compañía, y también paguen por el uso de datos, los beneficios para todos los ciudadanos serán importantes. Y, a su vez, constituiría un paso gigantesco en la regulación que exige ese mundo globalizado y robótico en el que nos vamos adentrando.
En el caso español, y dado que no hay pócima alguna que solucione por sí sola la complejidad de la fractura laboral, habrá que experimentar con medidas diversas. La primera, y acertada, fue la subida del salario mínimo. En estos próximos años habrá que considerar medidas como algún tipo de renta mínima y, especialmente, acabar con
la extraordinaria tasa de precariedad laboral y con los abusos en la externalización.
Hemos de conseguir que solo se acuda al empleo temporal en unos pocos supuestos muy concretos, no como norma. De la misma manera, la externalización solo adquiere sentido cuando se aplica en ocupaciones muy especializadas, por breves períodos, o en marcos laborales muy rígidos. No es nuestro caso, y contemplamos abusos extraordinarios del denominado 'outsorcing'. Se trata de que nadie quede radicalmente abandonado a su suerte, y de que quien trabaje lo haga en unas condiciones de mínima decencia en cuanto a sueldo, estabilidad y relación directa con aquella empresa donde presta sus servicios.
Finalmente, y el Primero de Mayo es el día idóneo para recordarlo, es necesario fortalecer nuestros sindicatos. Por muchas transformaciones que se produzcan, el buen capitalismo requiere de un espacio de leal fricción entre los intereses de unos y otros.
Hoy, a menudo, se da un desequilibrio insostenible entre fortaleza del capital y fragilidad del trabajo. Necesitamos, pues, agentes sociales sólidos y adaptados a los tiempos. En este sentido, los nuevos tiempos que se anuncian en Foment del Treball resultan estimulantes.
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