CONSECUENCIAS DE LAS ÚLTIMAS ELECCIONES

Paisaje de batalla en Ucrania

Vladimir Zelenski, el comediante convertido en presidente de Ucrania, ya se ha dado de bruces con las fauces de su tocayo Vladimir Putin

ucania elecciones candidato vladimir zelenski

ucania elecciones candidato vladimir zelenski / periodico

Rafael Vilasanjuan

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No le ha dado tiempo a tomar posesión a Vladimir Zelenski, el comediante convertido en presidente de Ucrania, para encontrarse de bruces con las fauces de su tocayo Vladimir Putin. Sin siquiera haberse molestado a descolgar el teléfono para felicitarle por su elección y por si acaso había dudas de que el país está en guerra en las provincias que, limítrofes con Rusia, permanecen en un limbo entre la pertenencia a Ucrania y el control efectivo del ejercito ruso, Putin ha querido marcar terreno, prometiendo el pasaporte del imperio a todos los ciudadanos de estas zonas que lo deseen. Un problema que en un país en guerra y con el territorio en disputa no es menor.

No han sido suficientes las casi 13.000 vidas perdidas en una batalla ahora larvada pero que no cesa; tampoco parece suficiente que las urnas hayan barrido a los movimientos nacionalistas para entregar el poder a un cómico que aunque nadie sabe muy bien cómo va a dirigir el país, defendió frente al conflicto ruso que su política sería mas de entendimiento que de enfrentamiento. Como si nada de todo esto hubiera cambiado, o tal vez precisamente por eso, porque ha cambiado, las huestes del Kremlin y la saciedad de Putin han marcado el terreno decidiendo actuar rápido para demostrar que una victoria electoral rotunda y democrática, como la del domingo pasado en Ucrania, puede otorgarle mucho poder al nuevo presidente, pero no todo. Primero está la pleitesía al vecino ruso.

La confusa Europa

Con una Europa ensimismada en su propia búsqueda de una identidad confusa, secuestrada por la ultraderecha

-que el domingo puede confirmar un ascenso dramático en España- y con EEUU jugando ya un papel irrelevante en la agenda global, a consecuencia precisamente de ese mismo populismo ultranacionalista que ahora invade el viejo continente, ya nadie defiende la suerte de Ucrania, como nadie tampoco es capaz de frenar el ascenso de Putin. Síntomas de una decadencia occidental que devuelven a Ucrania a la batalla.

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