Geometría variable

Catalunya tiene que salir del pozo

Con el independentismo como único objetivo y el 155 como respuesta exclusiva no iremos a ninguna parte

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Joan Tapia

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¿Qué resultados veremos la noche del domingo? Más relevante, ¿qué Gobierno y qué pactos podrán forjarse luego para gobernar con la solvencia y la autoridad necesarias? España arrastra ya demasiados años los efectos de la crisis. Económica, la peor a nivel mundial desde 1929. Y política, por el conflicto catalán.

En economía las cosas van bastante mejor (al menos por ahora), pero la crisis catalana sigue abierta. El 155 demostró que la independencia era un programa imposible, pero luego el diálogo y la negociación, tanto interna de Catalunya como con el resto de España, han avanzado poco pese a la apreciable desinflamación.

Ahora constatamos que quienes en el 2015 prometieron la independencia en 18 meses y en el 2017 la proclamaron sin éxito siguen mandando legalmente en la Generalitat. Pero gobernando poco o nada, cada vez más divididos entre los realistas (grosso modo ERC) y el fundamentalismo (Puigdemont) y tienen a sus máximos dirigentes en la cárcel o el exilio. Y no quieren, o en este contexto no pueden, revisar las promesas imposibles o adaptarlas a la realidad española y europea.

El unilateralismo ha tenido efectos perniciosos. No solo ha exacerbado la reacción contraria de Cs en Catalunya (divorcio interior), sino que ha provocado que tanto el PP como Cs exijan la aplicación de un 155 indefinido y preventivo que podría acabar en la liquidación de la autonomía. El fin de la democracia española tal como surgió del pacto del 78, tan meritorio como denostado por los irresponsables.

El unilateralismo no logra sus objetivos y no sabe ni modularlos. O está curando sus heridas sin saber bien qué proponer, o sueña (Torra) con repetir el fracaso del 2017. La derecha española propone que la gran equivocación del 2010 -liquidar con argumentos jurídicos (no siempre peregrinos), pero con trampas en el Constitucional y sobre todo con gran menosprecio político e identitario un Estatut votado por el Parlamento catalán, las Cortes españolas y aprobado en referéndum en Catalunya- se corrija con un error todavía mayor: otro 155 preventivo que ahondaría el conflicto generado tras la sentencia del 2010 y agravado por el unilateralismo del 2017.

Recuperar la capacidad de diálogo

El futuro de Catalunya exige reducir el divorcio interno y lograr el autogobierno máximo y conveniente en España y Europa. El mejor futuro de España exige recuperar la capacidad de diálogo del 77 y 78 en el que figuras políticas tan enfrentadas como Fraga, Suárez, González, Carrillo y Jordi Pujol pactaron una Constitución de consenso. Para ello Catalunya debe saber negociar, como entonces los presidentes Tarradellas y Pujol, y España debe aceptar la Catalunya real. En 1978 hubo dos políticos de partidos catalanes (CDC y PSUC) entre los siete de la ponencia constitucional. No fueron excluidos con un 155 punitivo.

Salir del conflicto costará mucho. Quizá la desinflamación, el diálogo y la negociación no basten. Lo seguro es que con el unilateralismo como dogma y el 155 como respuesta no saldremos del pozo, sino que cavaremos hacia abajo.