Tras la campaña
De Catalunya, hablar, se habló
El futuro Gobierno difícilmente podrá presentar al electorado catalán una propuesta mínimamente trascendente y atractiva
Jordi Mercader
Periodista.
Jordi Mercader
Hay vaticinios que se cumplen con precisión suiza. Catalunya tenía que ser uno de los ejes de la en campaña electoral y así ha sido; se ha hablado mucho, sin avanzar casi nada. Hay quienes anuncian una intervención quirúrgica para empeorar la salud civil del país, otros están por enquistar el conflicto aplicándole literatura autodeterminista comparada y algunos por el diálogo como remedio paliativo para impedir el agravamiento del panorama. Interpretando las encuestas del derecho y del revés, salga el gobierno que salga no va a tener ninguna opción de enfrentar seriamente el deseo catalán de replantear su relación institucional con el Estado.
El Estado difícilmente podrá presentar al electorado catalán una propuesta mínimamente trascendente y atractiva sin una mayoría de 210 diputados que puedan reformular algunos artículos de la Constitución o añadir alguna nueva adicional. Todo lo demás serán parches debidos a compromisos parlamentarios para estabilizar gobiernos minoritarios. La posibilidad de alcanzar la cifra mágica de diputados que todo lo puede se percibe como un improbable monumental de confirmarse el dibujo avanzado por los sondeos: dos grandes bloques de fuerza equiparable alineados por ideologías y separados por el grado de adhesión a los principios fundamentales de la unidad de España. Los dos quintos del Congreso exigen transversalidad política, un anatema para los amigos de las trincheras.
Esta campaña no puede considerarse la antesala de nada concreto para lo nuestro, salvo para tener o no tener un gobierno atento a la realidad del conflicto, aun sin disponer de capacidad real para atacar el fondo de la cuestión. De todas maneras, la coyuntura le va a proporcionar una carta por jugar: el indulto de los condenador por el 'procés' si es que son condenados. El indulto no es una solución, tan solo una apuesta por normalizar la relación institucional autonómica y favorecer la reconciliación catalana. Suena a poco, pero vista la campaña, sería un tangible valioso.
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