IDEAS

¡Viva Jordi Herralde!

ICULT Jorge Herralde

ICULT Jorge Herralde / periodico

Jordi Puntí

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Leo los textos que Jordi Herralde ha reunido en 'Un día en la vida de un editor' para celebrar los 50 años de su editorial (y que son una suerte de memorias disfrazadas), y me maravilla hasta qué punto Anagrama ha contribuido en mi formación literaria. Los mil títulos de la colección de Panorama de Narrativas, más los 600 largos de Narrativas Hispánicas o los ensayos de Contraseñas tienen una presencia arrolladora a mi biblioteca. Ayuda también que el diseño se ha mantenido casi inalterado durante todos estos años, y se ven a la legua. En esta mi educación literaria hay lugar para los sospechosos habituales, desde los británicos como Martin Amis, Hanif Kuireishi o Julian Barnes -¡qué revelación, la lectura de 'El loro de Flaubert' a los 18 años!-, los hispanoamericanos como Bolaño, Bryce Echenique Monterroso -¡las moscas, las moscas!-, o españoles como Enrique Vila-Matas, Soledad Puértolas e Ignacio Martínez de Pisón.

Me maravilla hasta qué punto Anagrama ha contribuido a mi formación literaria

Al mismo tiempo, la fertilidad del catálogo de Anagrama también hace posible que cada uno tenga rincones privados, libros que es como si no los hubiera leído nadie más, o que son salvoconductos para la amistad cuando encuentras a alguien que también se entusiasma con ellos. Pienso en 'Centuria', volumen insondable con las cien novelas-río de Giorgio Manganelli. Pienso en la intimidad roída por la tristeza de 'Pacífico', gran novela José Antonio Garriga Vela. Pienso en las reflexiones sobre política e identidad de una novela como 'En lengua materna', de Chang-Rae Lee. O en la insolencia erudita sobre los orígenes de la contracultura de 'Rastros de carmín', de Greil Marcus. O en la precisión brutal del periodismo literario de Gordon Burn en 'Felices como asesinos'.

Junto a todos ellos, Anagrama ha sido también un club donde leer lo que hacían los autores de mi misma edad: David Trueba, Marta Sanz, Marcos Giralt Torrente, Ismael Grasa o el añorado Félix Romeo, que dejó una novela impresionante, 'Discothèque'. Sabio, festivo y partidario de la felicidad, no tengo ninguna duda de que si hoy todavía estuviera aquí, Félix celebraría los 50 años de Anagrama gritando a los cuatro vientos: "¡Viva Jordi Herralde!".