EN CLAVE EUROPEA

Diplomacia comercial europea

Shinzo Abe y Donald Tusk.

Shinzo Abe y Donald Tusk. / periodico

Eliseo Oliveras

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Ante el proteccionismo hegemonista del “América primero” del presidente norteamericano, Donald Trump, la Unión Europea (UE) aplica una estrategia de tejer acuerdos de libre comercio con las grandes potencias y preservar las estructuras institucionales multilaterales. Con esta diplomacia comercial, la UE compensa la debilidad de su política exterior común, causada por los intereses divergentes de los grandes países europeos y las prioridades dispares del resto de estados miembros.

El Acuerdo de Asociación Económica de la UE con Japón, que entró en vigor el 1 de febrero, es el último de los frutos de esa estrategia y sigue los pasos de los acuerdos con Canadá y Corea del Sur, en funcionamiento desde el 2017 y el 2011. El acuerdo con Japón es el más amplio concluido hasta ahora, ya que entre ambos suman casi el 30% del producto interior bruto (PIB) mundial y el 40% del comercio mundial. Unos 600.000 empleos europeos dependen de las exportaciones a Japón y 500.000 europeos trabajan en compañías japonesas en la UE, según la Comisión Europea. Su objetivo económico es lograr un crecimiento adicional del 20% de las exportaciones europeas a Japón (64.800 millones de euros en el 2018).

El acuerdo con Japón adquiere un relieve geoestratégico crucial porque se materializa en un contexto de ofensiva proteccionista norteamericana, con la aplicación desde junio del 2018 de penalizaciones a las exportaciones europeas de acero y aluminio a Estados Unidos y la imposición de sanciones extraterritoriales a las empresas europeas que no se amolden a los dictados de la política exterior norteamericana.

Mayor cooperación

El tratado de libre comercio va acompañado de un Acuerdo de Asociación Estratégica, que refuerza la cooperación política entre Europa y Japón. Ambos acuerdos con Japón, sumados al acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, al recién concluido con Vietnam y el que negocia con Australia, multiplicarán la relevancia política de la UE en la zona de Asia-Pacífico y su capacidad de influir a nivel global.

Esos acuerdos, asimismo, servirán de contrapunto al plan estratégico de China de ampliar su ascendencia política mundial con la ofensiva diplomático-económica de la Nueva Ruta de la SedaNueva Ruta de la Seda. Pekín celebra precisamente el segundo Fórum para la Cooperación Internacional de la Iniciativa una Franja y Una Ruta este fin de semana, con la participación europea de los primeros ministros de Italia, Giuseppe Conte, y de Grecia, Alexis Tsipras, y del ministro de Finanzas británico, Philip Hammond.

Para mantener la trayectoria mundial de crecimiento se estima que falta una inversión anual en infraestructuras a nivel global de unos 360.000 millones de euros, según los expertos del Grupo de los 20 países industrializados y emergentes. China suple con su financiación la renuencia de Occidente y las instituciones internacionales (Banco Mundial, BEI… etc.) a cubrir esa brecha. Incluso en Europa, enmarañada en su política de austeridad y rebaja de impuestos, China suple en la zona mediterránea y en los Balcanes la inversión que no facilita la UE.   

Japón, un aliado clave

La cumbre UE-Japón, celebrada este jueves en Bruselas, ha mostrado que Tokio constituye para Europa un aliado clave para preservar el sistema de reglas internacionales multilaterales de los ataques del unilateralismo de Estados Unidos y de las maniobras de China de reinterpretar esas reglas en beneficio de sus intereses. “La cuestión más importante ahora en la comunidad internacional es preservar el régimen de libre comercio”, señaló en la cumbre el primer ministro japonés, Shinzo Abe.

“Japón es y continuará siendo nuestro amigo y socio más estrecho en Asia”, afirmó el presidente de la UE, Donald Tusk. “Ante el crecimiento de las incertidumbres y el proteccionismo económico en la comunidad internacional, la cooperación Japón-UE, que comparten valores universales, se ha convertido en más importante”, destacó Abe.

La UE obtuvo el respaldo de Abe frente a Estados Unidos en la defensa de la Organización Mundial de Comercio (OMC), en el rechazo a los aranceles proteccionistas, en la lucha contra el cambio climático y en la preservación del Acuerdo Nuclear con Irán. La UE y Japón también se posicionaron contra la estrategia de Pekín de usar sus empresas públicas subsidiadas para adquirir compañías e infraestructuras clave en el resto del mundo, de forzar a las firmas extranjeras a ceder tecnología para poder operar en el país y de intentar tutelar la estratégica ruta marítima del Mar de China Meridional. No obstante, la UE hace frente común con China contra la política proteccionista de Trump y en defensa del acuerdo nuclear iraní y del Acuerdo de París sobre el cambio climático, como mostró la cumbre en Bruselas del 9 de abril.