Elecciones generales

La táctica del kamikaze desquiciado

Cuantos más votos ceda el PP a Vox y Cs, peor para la derecha y mejor para Sánchez

Pedro Sánchez y Albert Rivera en los minutos previos al inicio del debate.

Pedro Sánchez y Albert Rivera en los minutos previos al inicio del debate. / periodico

Xavier Bru de Sala

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Los contendientes en la campaña electoral ya no disponen de tiempo ni margen para rectificar. De no sobrevenir un contratiempo en forma de juego sucio a la desesperada -atención en este caso al efecto bumerán- llegaremos al domingo sin novedades. De manera que los indecisos, si de verdad lo son, ya pueden empezar a decantarse sin esperar a la última hora.

Después de los dos debates, a los que Pedro Sánchez consiguió sobrevivir sin daños de consideración, las principales incógnitas consisten en comprobar por un lado hasta qué punto el PP cede voto a sus dos rivales directos, Cs y Vox, y por el otro a medir la capacidad de tracción de la nueva vestimenta de estadista sensato y buen chaval estrenada por Pablo Iglesias. De los resultados de los tres pequeños dependerá el futuro.

Tal y como pinta el panorama, está claro que haber dado alas a Vox es el peor negocio que podía emprender la FAES. Cuantos más votos y diputados ceda el PP a sus dos rivales directos, peor para la derecha y mejor para Pedro Sánchez. Si Vox obtiene un resultado espectacular, por encima de 30 o 40 diputados, Pablo Casado quedará muy tocado. Si la táctica de kamikaze desquiciado de Albert Rivera funciona, entonces Casado quedará tocado y hundido. Se salvará, en cambio si Vox obtiene un resultado discreto y Cs queda por debajo de las expectativas que le otorgan los sondeos. Supongamos que el bloque de la derecha ronda los 140 escaños. Solo que entre Cs y Vox alcancen o superen los 60, es decir que los de Casado rocen o queden por debajo de los 80, no solo se producirá una profunda crisis existencial en el PP sino que la derecha entera vivirá años de lucha cainita por una dificilísima recomposición.

Para Pedro Sánchez, el peligro se llama Podemos, el único que le disputa el espacio de la moderación. Si el PSOE mantiene los optimistas resultados que se le auguran, entre 130 y 140 escaños, y Podemos se acerca a los 40, la próxima legislatura será un camino de rosas, no desprovistas de espinas, para los socialistas. Si en cambio el voto de izquierda queda más dividido de lo previsto y el de derecha menos, es decir que se mantiene en buena parte concentrado en el PP, entonces existen posibilidades, escasas pero no nulas, de mayoría absoluta del tripartito.

Más que del número de votos, el color del futuro dependerá de su reparto a derecha e izquierda. Cuanto más se divida en cada bando, mejor para el otro. Sin contar con que Sánchez dispone de una reserva de 30 escaños periféricos, soberanistas o independentistas, a los que podrá convencer en caso de necesidad aunque le tengan que amargar, y mucho, la existencia.

La otra posibilidad cierta es que entre PSOE y Rivera alcancen el listón de los 176 escaños. Si no llegan, va ser imposible que encuentren socios. Pero aunque sumaran, su alianza se puede prácticamente descartar, al menos mientras Pedro Sánchez ande al timón del PSOE. La distancia objetiva entre estos dos líderes se ha vuelto insalvable. Después de lo que hemos visto y oído, hay que tener mucha imaginación para suponer que Cs es más de centro que el PP.