Emmanuel I, el Próximo

Emmanuel Macron, en una rueda de prensa en el Elíseo, el pasado abril.

Emmanuel Macron, en una rueda de prensa en el Elíseo, el pasado abril. / periodico

José A.Sorolla

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"Hemos decidido transformar la cólera en soluciones", escribió en un tuit Emmanuel Macron el día antes del discurso que tenía previsto pronunciar el día en que ardió Notre Dame y que fue anulado. La respuesta llegó este jueves en una extensa conferencia de prensa, la primera que concedía en sus casi dos años de mandato. Macron empezó por reconocer que las reivindicaciones de los 'chalecos amarillos' eran "justas" y explicó una larga serie de medidas que de algún modo recogen las inquietudes expresadas en el gran debate celebrado en Francia durante dos meses y en el que participó personalmente el presidente de la República, asistiendo a actos en pequeños pueblos y en ciudades medianas, donde se coció la cólera que estalló en las rotondas y en los Campos Elíseos de París durante 28 sábados consecutivos.

Macron, el Júpiter arrogante y altivo, quiere ahora ser el presidente próximo a los ciudadanos. "El gran debate me ha transformado", dijo, aunque precisó que no había descubierto el país en su gira. Pero lo parece porque no era necesario recorrer Francia para advertir que "mucha gente en París toma decisiones sin ir al terreno". Para paliar esta lejanía del poder, Macron anunció medidas políticas generales y una nueva descentralización cuya decisión más significativa es que en cada cantón (la circunscripción más pequeña) habrá un solo sitio donde se reagruparán todos los servicios del Estado y se enviarán más funcionarios a la Francia profunda. Esta simplificación formará parte de una reforma de la Administración y de la función pública, que incluirá la formación de los funcionarios, con el objetivo de suprimir los grandes cuerpos del Estado y la Escuela Nacional de Administración (ENA), que tienen tanto prestigio como alejamiento de la gente "de abajo".

Otra medida para contentar a la Francia periférica, que no deja de perder servicios públicos, es el compromiso de no cerrar ninguna escuela ni hospital al menos hasta el 2022. También anunció una rebaja de los impuestos a los que trabajan, que será compensada por la supresión de ventajas fiscales a las empresas, reducción de gastos y más trabajo. "Francia trabaja mucho menos que nuestros vecinos", acertó a decir.

Macron, que reconoció el error de haber dado una imagen de "duro" y se comprometió a un cambio de método y de filosofía, no retrocedió en su objetivo de transformar Francia, sin abandonar el modelo francés. Contra lo que defendía Margaret Thatcher, Macron cree que "Francia no es una sociedad de individuos, sino una nación de ciudadanos". En este sentido, hizo una defensa cerrada de la laicidad y anunció que combatirá el "Islam político" que quiere escindir la República. También se pronunció por una refundación de la política migratoria, que incluye la reforma de los acuerdos de Schengen, porque, en su opinión, el control de la inmigración es, junto al cambio climático, el principal problema al que se enfrenta Europa. Dos horas y media de buenos propósitos que, para que sean creíbles, deben pasar de las palabras a los hechos, y aun así es dudoso que aplaquen el descontento.