Dos miradas

Disculpas

Pedir perdón no sólo es reconocer el error sino imaginar (ser capaz de imaginar) una perspectiva de futuro

La policía examina el lugar donde asesinaron a la periodista Lyra McKee en Irlanda del Norte.

La policía examina el lugar donde asesinaron a la periodista Lyra McKee en Irlanda del Norte. / periodico

Josep Maria Fonalleras

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El perdón es necesario e imprescindible. Y eso quiere decir que es justo y necesario. Para entendernos: es necesario que se produzca porque, al mismo tiempo y con la misma intensidad, si no se diera, nada tendría sentido. Perdonar es un ejercicio que implica una dosis elevada de generosidad, más allá del orgullo, de la herida, de la voluntad de permanecer en el odio generado por la ofensa. Odio o dolor. O desfallecimiento. Ante la afrenta, es un paso decisivo que se impone ética y estéticamente, porque es en el perdón, y en la manera de expresarlo, donde se eleva la entidad moral de quien perdona.

Pedir perdón no sólo es reconocer el error o pensar que una acción determinada fue la causa de la herida, sino imaginar (ser capaz de imaginar) una perspectiva de futuro, aquel lugar donde es posible que la cicatriz, que certifica el peso de la memoria, no sea una fuente sangrienta sino un recuerdo inmarcesible. Y epidérmico. Pero qué difícil es asumir la tragedia cuando el asesino escribe esto: "Desde el IRA -este nuevo IRA que mató a la periodista norirlandesa Lyra McKee- ofrecemos nuestras completas y sinceras disculpas a la pareja, la familia y los amigos". Los terroristas han aclarado que, en adelante, "tratarán de ser más cuidadosos" para no cometer un error similar. ¿Cómo se aceptan unas disculpas como estas? ¿Como si en las mudanzas se hubiera desportillado el mueble del comedor? ¿Como si el tren hubiera llegado con retraso? ¿Como si la comida fuera demasiado salada?