Dos miradas

El quinto

El coco se ha instalado en la mente de muchos. Detrás de la izquierda ya solo ven la amenaza que quiere romper España. Y la patria no se toca... Sí, las críticas hiperbólicas y las mentiras a granel de Rivera y Casado engrandecen al quinto en discordia

Emma Riverola

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Tres optaron por traje y corbata, uno por jersey reivindicativo, el quinto tenía algo de camaleónico, lucía las prendas que cada uno quiere ver. Se hacía pequeño o grande según el curso del debate. Acabó crecido, aupado por los azotes que Casado y Rivera profirieron a Sánchez. El coco se ha instalado en la mente de muchos. Detrás de la izquierda ya solo ven la amenaza que quiere romper España. Y la patria no se toca. Cualquiera que tenga una ‘estelada’ en el balcón debe entenderlo. Sí, las críticas hiperbólicas y las mentiras a granel de Rivera y Casado engrandecen al quinto en discordia. Los errores de ambos, aún más.

“Le veo muy nervioso”, no dejaba de repetir un Rivera pasado de rosca a Sánchez. Y los televidentes dudaban entre estampar el mando del televisor contra la pantalla o cambiar de canal. Mejor estuvo Casado, pero para los que quieren que algo (o todo) cambie, no les sirve. Demasiado blando. En otros tiempos, alguno de ellos hubiera confiado en Iglesias, el candidato que ganó el debate por goleada, pero lo hizo desde la moderación, y eso ya no es lo quieren los que votan desde el hartazgo. Buscan al líder fuerte, el que dice las cosas claras (aunque mienta), el que sabe dar un puñetazo sobre la mesa y ordenar callar. Algunos de ellos se asomaron unos minutos al debate. Cuando vieron la bronca tonta, las ocurrencias de laboratorio, las imposturas, se pasaron a las redes sociales. Allí, el quinto arrasaba.