OPINIÓN

Preocupaciones burguesas

Nos hemos puesto estupendos; ya no se trata de elegir cuándo ganar la liga, sino de ganarla cuanto antes para que no afecte a la Champions

Valverde, en la sala de prensa de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí.

Valverde, en la sala de prensa de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí. / periodico

Sònia Gelmà

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Ernesto Valverde nos ha calado. Nos hemos puesto estupendos. Ya no se trata de elegir cuándo ganar la liga, un debate que, por suerte para el barcelonismo, ya se ha producido en otras ocasiones. Lo permite el amplio margen de puntos. Ni siquiera está en cuestión si es preferible alzar el título por activa -gracias a tu partido- o por pasiva -cuando falla el rival. El entorno azulgrana ha dado un paso más, ahora se trata de ganar el título cuanto antes, para que no afecte a la Champions.

Dos años después, Valverde sigue asistiendo atónito e incrédulo a estos debates tan burgueses, como el del estilo de juego, que tampoco entiende desde su prisma. Aunque ese resulta del todo necesario para acabar divagando sobre cuál es la mejor fecha para celebrar un título. Porque es a partir del juego, que llegan estas preocupaciones tan poco mundanas. La liga está ya tan amortizada, que parece que moleste, y no solo al socio, que desertó en masa el sábado con motivo de la Semana Santa, también se intuye como un engorro para los jugadores, a juzgar por la parsimonia del sábado. Una pereza comprensible cuando el título ya no se puede escapar y el jugoso reto de la Champions está tan próximo.

Tres o cuatro partidos ilusionantes

Mientras otros se angustian por llegar a fin de mes, se desvelan calculando si podrán pagar la luz y el agua, el barcelonismo estudia si puede liquidar los últimos recibos del lujoso coche para empezar a renovar sus electrodomésticos. Siguiendo la metáfora, el Madrid, por ejemplo, hace meses que viaja en transporte público y espera el final de temporada a oscuras, con una vela encendida, que sujeta Benzema, y sufriendo por si se apaga con un golpe de viento.

Aunque el calendario indique otra cosa, a la temporada le quedan tres partidos ilusionantes para el Barça, cuatro si el equipo consigue llegar a la final de la Champions. El barcelonismo se relaja con sus cábalas y es bueno que su entrenador ponga el toque de realismo para recordar lo extraordinario de esta situación acomodada. Es momento de disfrutar de una época excepcional en la que Messi permite este tipo de lujos burgueses, ya volverá la época de las estrecheces, ya tocará mirar la factura para saber si no se está despilfarrando.

Pero mientras tanto, ya le gustaría al resto de equipos calcular si es más conveniente ganar la liga este miércoles aunque sea por una derrota del Atlético de Madrid o es preferible alargar el alirón hasta el sábado para que la celebración sea más espontánea. Aunque ganar un título justo antes de unas semifinales de Champions puede distraer, y entre la ida y la vuelta, aún parece más perjudicial. Lo cierto es que resulta difícil escoger el escenario ideal, ¿verdad? Preocupaciones burguesas.