IDEAS

Sant Jordi, humor negro

Un puesto de libros en el centro de Barcelona, la pasada festividad de Sant Jordi.

Un puesto de libros en el centro de Barcelona, la pasada festividad de Sant Jordi. / periodico

Jordi Puntí

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Uno de los argumentos que se utilizan para justificar la avalancha de novedades en que se ha convertido la fiesta de Sant Jordi es que se trata del Día del Libro, en sentido amplio, y no del Día de la Literatura. Sospecho, sin embargo, que al principio los dos conceptos eran mucho más cercanos que hoy en día. Sant Jordi es la oportunidad de promover todo lo que tenga páginas, ya sea un manual de la cocina del apio, una guía del Pirineo en patinete o un álbum impermeable de sudokus para hacer en la bañera. El vaso medio vacío es que hay decenas de títulos que quedan sepultados, ya lo sabemos, y el vaso medio lleno es que el entusiasmo de los editores les lleva a hacer apuestas que, con un poco de suerte, encuentran la complicidad de libreros y lectores menos gregarios.

'Chistes para milicianos' y 'Días temibles', dos libros de cuentos que merecen llegar al mes de mayo en la mesa de novedades

Pienso, por ejemplo, en dos libros de cuentos que merecen llegar al mes de mayo en la mesa de novedades. En 'Chistes para milicianos' (Alianza), Mazen Maarouf cuenta historias de la guerra del Líbano, a menudo desde la mirada estupefacta de un niño. En uno de los cuentos, un hombre es el 'dj' de un bar de Beirut: hace girar la manivela de un gramófono; un día una bomba destruye el bar y él pierde los dos brazos. El humor negro, ya se ve, combina escenas de muerte y destrucción, terribles, con la irrupción de lo absurdo. Se crea así un espacio en el que el intento de buscar la normalidad pasa por aceptar la guerra como un lugar donde todos los chistes deben hacer gracia, y si no, mal asunto.

Mirada atrevida

Víctimas de otra batalla menos brutal pero con una violencia más sibilina —la del consumo como forma de vida de los Estados Unidos—, los personajes de 'Días temibles', de A.M. Homes (Anagrama, Angle en catalán) también propician una suerte de humor negro. Desde California, donde el culto al cuerpo no conoce el ridículo, son carne de centro comercial, de familia desestructurada, de traumas sociales. Hay adolescentes que se autolesionan, jóvenes con desórdenes alimenticios, perros a los que les hacen la cirugía plástica. La mirada de Homes es atrevida, sin manías, y lo escribe todo con un pincho único, que hiere al tiempo que hace cosquillas. Como una versión literaria de los Simpson.