Peccata minuta

El espejo del alma

Les propongo un juego: en los próximos debates bajen el volumen de su tele hasta el silencio, y dedíquense a vigilar las caras de los aspirantes

Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias

Pedro Sánchez, Pablo Casado, Albert Rivera, Pablo Iglesias

Joan Ollé

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Un día, el perdido maestro y amigo Joan-Enric Lahosa me advirtió muy seriamente: «Nunca leas ningún libro de alguien a quien no hayas leído antes si su foto en la solapa no te invita a invitarle a cenar». Más razón que un santo, excepto con Samuel Beckett, pajarraco feo donde los haya, con quien compartiría de mil amores -¡ay, el tiempo!- mil sopas de alpiste en su Brasserie Lipp, no muy lejos de Notre Dame.

Pero aquí y ahora toca votar, y por más que sigamos esperando a Godot al pie de un árbol en un cruce de caminos, tendremos que conformarnos con lo que hay, que es muy poquito. ¿Dónde estáis, muertos sabios, cabrones egoístas que nos habéis dejado más solos que la una? Hoy el más tonto es aviador, aunque no consiga levantar el vuelo de su ignorancia en lo bello, en lo humano, y se vea constreñido a aprender de hoy para mañana, con énfasis y de memoria, los palabros 'low-cost' que redactan sus amanuenses, y gritarlos, convecido. 

Seriamente, catalana amiga mía, por más 'indepe' que seas... ¿aceptarías un 'dinner a la chandelle', con el amarillento pasante Torra y Els Pets como música de fondo? O usted, españolísima cabreadísima como yo con el 'procés', ¿se dejaría llevar en volandas rojigualdas por el matador Abascal en un lentorro bailón a los acordes de 'El novio de la muerte'?  Y lo mismo para los machos: ¿A quien mandamos un 'billet doux'? ¿A la congestionada Rahola, a la taladro Arrimadas o a la no miradora a los ojos pero que no sabe decir que no Álvarez de Toledo? ¿No hay quien dé mas? Don Jaime Gil de Biedma, también medio aristócrata, sentenció: «No sabemos si las cosas no son mejor así, escasas a propósito», pero, elegante, murió a tiempo de no aspirar la irrespirable escasez de la escasez. Dejo para el final a  los cuatro reyes de la baraja -distribúyanlos como más les plazca: de oros, copas, bastos y espadas... Sánchez, Iglesias, Rivera y Casado. ¿Quién se casará, por poderes, con quién? Bertold Brecht: «Estoy sentado al borde de la carretera. Miro como el chófer cambia la rueda. No me gusta el lugar de donde vengo. No me gusta el lugar adonde voy ¿Por qué espero el cambio de rueda con impaciencia?».

Ahora toca -o no- votar. Ya que todas y todos sabemos de memoria las frases y tonos de los ventrílocuos, les propongo un juego: en los próximos debates bajen el volumen de su tele hasta el silencio, y dedíquense, como en el cine mudo, a vigilar las caras -los espejos del alma- de los/las aspirantes: los gordos, los flacos, los pamplinas, los charlots...Y si, en algún instante, un gesto, un silencio, una mirada limpia de cualquiera de ellas o ellos les aleja de la robótica y de las pinturas negras de Goya y les reconcilia con la vida, vótenle o vótenla, por favor. Gracias, Lahosa.