IDEAS

Semana Santa, hedonismo y sufrimiento

Procesión en Córdoba

Procesión en Córdoba / periodico

Xavier Bru de Sala

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En la sociedad del hedonismo, el sufrimiento está mal visto. Proscrito. A nadie le gusta padecer, claro, pero esta no es la cuestión. La cuestión no es el rechazo individual sino el social. La Semana Santa conmemoraba el máximo sacrificio imaginable, el de una muerte cruel aceptada con finalidad de redención. Tiempo de recogimiento, de introspección (palabra también en desuso, sino prohibida). Ahora predomina el recreo. Las procesiones, allí donde perviven, no segregan el más mínimo vestigio de trascendencia. Se trata como mucho de participar de un ritual vacío, desprovisto de sentido, de viajar en el tiempo, y si puede ser también en el espacio. Días de fiesta o de fiesta.

Tiempos de recogimiento, de introspección (palabra también en desuso, sino prohibida). Ahora predomina el recreo. Las procesiones no segregan el más mínimo vestigio de trascendencia

Cada vez que el peligro inminente de muerte se aleja, la perspectiva de un futuro más o menos confortable logra imponerse sobre la incertidumbre. Entonces, sea hoy o a finales del siglo I romano, lo sagrado es sustituido por la sacralización de la banalidad como garantía. Como si hubiéramos firmado un contrato de seguro con la felicidad infalible. Lo que hay que preservar por encima de todo son unos valores de trasfondo humanista que hemos dejado de considerar frágiles aunque no dejarán nunca de serlo: la humanidad ha mejorado pero no la redimen la evasión de los aviones, el hedonismo, el esquí o las calçotades.

El último episodio, por ahora, del rechazo a la adversidad es la retirada progresiva en las escuelas de buena parte de los libros. Le ha llegado el turno a la literatura infantil, por cruel, por sexista, por la apología de la violencia, explícita o soterrada, que se supone que transmite. A pesar de que el maltrato y las violaciones estén lejos de desaparecer, necesitamos preparar a los pequeños para que luego sean Harry Potter. En vez de la cruz del sacrificio, la varita mágica. Los milagros siempre han sido destinados a los crédulos, pero los del buenismo tecnológico se los creen incluso los más incrédulos. Más pronto o más tarde, toparemos con el resultado.