Conflicto urbano
CAP Raval: un caso de racismo ambiental
A los residentes de Ciutat Vella no hay que obligarles a escoger entre tener un CAP o tener un espacio verde
Isabelle Anguelovski
Experta en planificación urbana y ecología política del Institut de Ciència i Tecnologia Ambientals, Barcelona. Profesora de investigación ICREA i directora del Barcelona Lab for Urban Environmental Justice and Sustainability, BCNUEJ
Isabelle Anguelovski
Históricamente, el Raval ha sido uno de los barrios de Barcelona más afectado por grandes infraestructuras, cuyos beneficios no han revertido en el bienestar y en la salud de los vecinos. Infraestructuras como el Museu d’Art Contemporani de Barcelona (Macba) o la Filmoteca de Catalunya atraen mayoritariamente a turistas, residentes de otras ciudades o de otros barrios. A pesar de los esfuerzos para incorporar estos espacios al tejido del barrio, quedan múltiples barreras físicas, psicológicas y sociales para atraer e incluir en ellos a los residentes del Raval. Y ampliar estos espacios no resolverá esta brecha.
Una gran parte de los residentes del Raval se encuentran en situación de vulnerabilidad. De hecho, el 46% de los residentes del Raval son migrantes. Según un estudio de la Agència de Salut Pública de Barcelona, los residentes del Raval tienen rentas familiares y una esperanza de vida más bajas que la media de Barcelona, y tasas de embarazos en adolescentes más altas. En este barrio, la incidencia media de tuberculosis es cinco veces más alta que el promedio de Barcelona.
Hoy en día, a los residentes y trabajadores sociales de Ciutat Vella se les está planteando una injusta disyuntiva. O bien renunciar a un espacio público catalogado como zona verde (el CUB, al lado de la Plaça dels Àngels) para construir en ello un nuevo centro de salud. O bien conservarlo, pero renunciar a tener un nuevo Centro de Atención Primaria (CAP). Esta situación es agravada por el hecho de que el espacio inicialmente reservado para la ampliación del Macba, la Capella de la Misericòrdia, no se ha recatalogado para ser el nuevo CAP –aunque se podría, tal y como piden los trabajadores del CAP y los residentes, respaldados por BComú y la CUP.
Es en esta Capella de la Misericòrdia donde los trabajadores sociales y residentes pidieron construir el nuevo CAP. El Macba no es culpable de que los residentes y trabajadores sanitarios del Raval carezcan de un CAP digno, amplio, y que ofrezca condiciones de atención sanitaria como los de Sarrià o Pedralbes. La responsabilidad es de las instituciones públicas.
El conflicto actual ilustra la dificultad por parte de los poderes políticos de conciliar justicia social y ambiental. Los líderes elegidos para mejorar la calidad de vida de los residentes no deberían contraponer estas dos justicias -sobre todo desde partidos que se consideran de izquierda.
El Raval es un barrio muy denso, con pocos espacios públicos y una clara falta de espacios verdes. Espacios públicos como el CUB, que pueden ser enverdecidos, que traen luz y aislamiento del ruido del tráfico de la ciudad y que son utilizados para realizar actividad física e interaccionar con los vecinos, son de una enorme importancia para la salud. La presencia de este tipo de espacios públicos en un entorno como el Raval es un tema central de justicia ambiental y social.
Espacio público y gentrificación
Nuestro estudio sobre la relación entre espacio público verde y gentrificación en Barcelona revela que los espacios verdes del Raval no contribuyen a procesos de exclusión. Al contrario, probablemente benefician la salud de los residentes. De hecho, las investigaciones atribuyen a los espacios verdes una reducción del 4% en el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular, y del 8% en todas las causas de mortalidad. Un estudio reciente revela que el contacto con espacios verdes tiene un impacto positivo en indicadores de percepción de salud mental y física en Barcelona.
El racismo ambiental se manifiesta cuando la composición étnica de un barrio es la causa de un menor acceso a la salud
Obligar a escoger entre espacio verde y CAP evita cuestionar lo que en las ciencias sociales se llama 'racismo ambiental'. El racismo ambiental se manifiesta, por ejemplo, cuando la composición racial y étnica de un barrio es la causa principal de un menor acceso a espacios verdes, de una mayor exposición a riesgos de salud (contaminación, cambio climático, ruido, etcétera) y de un menor acceso a centros de salud.
Las condiciones históricas del Raval y el conflicto actual son un caso obvio de racismo ambiental. En la literatura, en los medios de comunicación y en los discursos políticos, siempre se ha presentado al Raval como el barrio de los 'otros', de los migrantes, los que no pertenecen a la Barcelona moderna, limpia, y 'guapa'.
Ya ha llegado el momento de reconocer y actuar para que los residentes del Raval no se queden sin salud y espacios públicos dignos -y eso incluso en periodo electoral e incluso en el medio del conflicto sobre la independencia. Esto también es el 'seny' para una ciudad como Barcelona.
Experta en planificación urbana y ecología política del Institut de Ciència i Tecnologies Ambientals, Barcelona. Profesora de investigación ICREA i directora del Barcelona Lab for Urban Environmental Justice and Sustainability, BCNUE. Miembro de la Red de Científicas Comunicadoras. Firman el artículo también Margarita Triguero-Mas, Helen Cole y James Connolly.
La autora de este artículo forma parte de la Red de Científicas Comunicadoras
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