A pie de calle

Los Comités de Defensa del #boncatala

En Twitter se hace apostolado de la lengua imaginada para la república imaginaria

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Ernest Alós

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‘Jornalista’. En #boncatala así debería definir mi trabajo. ‘Jornalista’, no ‘periodista’. Lo sentencia Josep Maria Virgili i Ortiga, Josep Maria Virgili i Ortiga, «catedràtic d’institut de llengua catalana emèrit. Membre de Koiné y del Cercle Vallcorba». Con una actividad incansable en Twitter y 24.500 seguidores expuestos a recibir alguna de sus correcciones lingüísticas en la red. Correcciones o mejor dicho, aunque siempre vengan precedidas de un cortés ‘si m’ho permeteu’, correctivos, por el componente de escarmiento público que tienen sus respuestas a los atentados contra el #boncatala (así etiqueta sus aportaciones). Cuidado, que no ‘atemptats’, que se ha decir ‘atac’ o ‘incident’, que un’atemptat’ sería solo una tentativa. ¿O no?

Parece que no basta con combatir la disolución de una lengua que ve cómo se le evaporan los pronombres, que tiende a la convergencia léxica con el castellano cuando escoge un ‘escollir’ antes de que un ‘triar’, tiene ‘manies’ pero nunca ‘dèries’, que no se ‘atreveix’ cuando podría ‘no gosar’. Ni con cuentas en el mismo Twitter como el imprescindible Optimot.

La normalización lingüística aspiraba a restituir una normalidad perdida tras décadas de represión lingüística y de cambios demogràficos. Pero el virgilismo parece que quiere ir más allá: propugna un modelo que borre siglos de contacto con el castellano en la evolución del catalán, reconstruyendo las formas que habría desarrollado, hipotéticamente, libre de esta contaminación indeseada, en sintonía únicamente con su venerable pasado y con las innovaciones del resto de lenguas románicas, preferiblemente no ibéricas.

No ‘vaccina’ contra nada

Josep Maria Virgili ha topado en las redes con las respuestas combativas de polemistas nada sospechosos de flojera ante el barbarismo y el catalán desleído, como Pau Vidal, autor de ‘El bilingüisme mata’ y ‘El catanyol es cura’. Vidal, y tantos otros (hasta han surgido cuentas paródicas), señalan varios peligros del virgilismo. La dudosa eficacia pedagógica del método correccional, sobre todo de la antipática enmienda no solicitada, que no vacuna (‘vaccina’ según Virgili) contra el error. La obsesión por el léxico más encumbrado antes que por la hemorragia sintáctica. La inseguridad que imbuye en el hablante el ‘perepunyetisme’ hipercorrector, el cuestionamiento de la labor del IEC y el ‘morrofortisme’ de su modelo de lengua.

Pau Vidal, en un artículo que tituló ‘Corregir mata’, asocia la «fal·lera correccional» de la que Virgili es solo un ejemplo, aunque eminente, a dinámicas desatadas por el Any Fabra. No creo en los efectos taumatúrgicos de las conmemoraciones institucionales -aunque el Any Sales hiciese un profundo blanqueo de los aspectos más discutibles del personaje y el Tricentenari enardeciese oportunamente los ánimos hasta el paroxismo-. Más bien veo aquí el apostolado de la lengua imaginada de la república imaginaria. La derivada filológica de un independentismo que cada vez reduce más el perímetro de los puros y señala cobardes. Espero impaciente el día en que un tuitero reproche que Virgili defienda el #boncatala en lugar de #lopusbellcatalanescdelmon.

Cuando veo a Virgili expulsando del Olimpo del #boncatala al Institut d’Estudis Catalans, erosionando la autoridad normativa de la academia, riñendo a Pau Vidal y a los lingüistas de TV-3, cuando me lo imagino rastreando las redes como un comando de un Comitè de Defensa de la Llengua (entre estos CDL y el CNL, me quedo con el segundo), cuando sus seguidores lamentan las ocasiones en que Fabra no osó ir bastante lejos (hacia atrás) y adulan al nuevo Mestre, cuando, como decía un tuitero insumiso, intenta establecer su idiolecto particular como el único modelo válido a seguir, una voz perversa me dice, como cuando vio al ‘president’ Torra pidiendo perdón ante un CDR en Sabadell, ‘tal faràs, tal trobaràs’.

Y, para acabar, ‘bona tarda’. Ay no, que dice Virgili que también es un castellanismo "de aquellos que salen en los diccionarios". O 'bon dia', o 'bon vespre' o 'bona nit'. Y ya está. O 'ep', 'Ah, Maria' o 'Deu vos guard', también. Y lo aplauden algunos que se sonrieronante aquel (o al menos lo excusaron como mal menor) "pues bueno, pues vale, pues adiós".