Pareja de baile

Cabaret Fosse, Caridad Verdon

La serie de HBO rescata a Gwen Verdon de esa posición secundaria al lado de Bob Fosse para convertirla, como merece, en cabecera de cartel

zentauroepp47596731 mas  periodico  bob fosse y  gwen verdon  1966190405133134

zentauroepp47596731 mas periodico bob fosse y gwen verdon 1966190405133134 / MARKA / EPS

Josep Maria Pou

Josep Maria Pou

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Esta semana ha empezado a emitirse en HBO la serie 'Fosse/Verdon' y me apresuro a recomendarla. Sobre todo a quienes estén dispuestos a dejarse engullir, no ya por los consabidos brillo y glamour del ”show business”, sino por todo lo que hay detrás; en este caso por el cansancio, el sudor, la tenacidad, la obsesión enfermiza hasta dar con el juego de pasos perfecto, de una pareja –Bob Fosse y Gwen Verdon, coreógrafo y bailarina- que son leyenda viva del espectáculo sin necesidad de ser, siquiera, personajes muy conocidos por el gran público. Puede que sí lo sea Bob Fosse, responsable de películas tan distintas y a la vez tan hermanas como 'Cabaret', 'Lenny' y 'All that Jazz', pero dudo mucho que el nombre de Gwen Verdon, su mujer, enorme y personalísima actriz y bailarina, les suene de algo a quienes no sean incondicionales de esa religión llamada Broadway, terreno en el que dio lo mejor de sí misma. Pues bien, la serie les brinda ahora la oportunidad de descubrirla.

Ya en el primer episodio vemos como la trata el sistema: cuando Hollywood decide llevar al cine 'Sweet Charity', éxito conjunto de Fosse y Verdon en los escenarios, se queda con Fosse como director pero prescinde de Verdon, a la que sustituye por Shirley McLaine. Y en ese momento emerge, serena y sublime, la figura de esa mujer que se dice que hay siempre detrás de un gran hombre: Verdon acompaña a su marido en todo el proceso de creación de la película como lo había hecho en el teatro –y como lo hará, de manera decisiva, durante el rodaje de 'Cabaret', recreado también en ese primer episodio de la serie- sin asomo de rencor, disimulando si lo hay –que lo había-, el dolor de la humillación.

La serie viene a rescatar a Gwen Verdon de esa posición secundaria para convertirla, como merece, -ya desde el mismo título– en cabecera de cartel. No hay Fosse sin Verdon, se ha venido diciendo, por lo bajito, durante años en Broadway. Es hora de decirlo en voz alta. Y esto es lo que hace la serie: proclamarlo a voz en grito en un acto de pura justicia.