Análisis

Incertidumbres de campaña

Unos resultados que no permitan a los independentistas condicionar el Gobierno de Madrid les podría resultar favorables

Gabriel Rufián lee una carta de Oriol Junqueras, el pasado junio, en un acto de ERC en L'Hospitalet.

Gabriel Rufián lee una carta de Oriol Junqueras, el pasado junio, en un acto de ERC en L'Hospitalet. / periodico

Andreu Pujol

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Ha empezado una nueva campaña electoral con los rituales de siempre: la pegada de carteles, los primeros actos y las declaraciones contundentes de los candidatos que quieren salir en los titulares. Los equipos de los partidos miran de reojo las últimas encuestas, con un CIS de marzo que sitúa a ERC como destacada primera fuerza, en competición con un PSC posicionado a distancia.

Las encuestas no dejan de ser proyecciones y dice la leyenda que los republicanos tienden a ganar encuestas y a perder elecciones. La realidad no es exactamente así: no solo ya ganaron las europeas del 2014, sino que el CIS preelectoral de 2016 acertó exactamente el número de diputados que sacaron. También los sondeos previos a las elecciones catalanas de 2017 les auguraban unas cifras muy próximas a los 32 diputados que acabaron obteniendo.

Con estos pronósticos, la principal duda para el votante catalán radica en cual será el comportamiento poselectoral de los socialistas. Tanto ERC como Podemos han empezado la campaña advirtiendo de un posible acuerdo de Gobierno entre PSOE y Ciudadanos. Este pacto, que seguro que sería del agrado de los grandes poderes económicos y de muchos de los barones del partido de Sánchez, escoraría el Gobierno estatal hacia la derecha y las políticas centralizadoras. No es una eventualidad nada descartable, no solo porque el PSOE ha sido capaz de ponerse de acuerdo con ellos en la aplicación del artículo 155 y en muchas votaciones en el Parlament de Catalunya, sino también porque se ha negado a rechazarla abiertamente en los debates y en los primeros actos de campaña.

Todavía tenemos que ver cómo termina ajustándose todo a causa del gran número de indecisos detectado. Se predice que el independentismo catalán aparecería reforzado en la cámara baja estatal. Paradójicamente, la posibilidad del pacto mencionado o el hecho que -más difícilmente- puedan sumar los socialistas con Podemos y sus confluencias, podría dejarle sin ninguna capacidad de incidencia en el momento de poner sobre la mesa el ejercicio del derecho de autodeterminación y el final de la vía represiva, dos peticiones con un amplio consenso en la sociedad catalana.

En caso de hacerse realidad estas variables, ¿significaría una estocada a la hegemonía independentista en la política catalana? Contrariamente, creo que hasta le podría resultar favorable: el hecho de no poder condicionar se podría ver compensado con creces en la facilidad de no tener que lidiar con las contradicciones de sostener un mal Gobierno para evitar uno de mucho peor.

Justamente, el independentismo no solo ha crecido ante la hostilidad de gobiernos del PP, sino también en los desengaños con los gobiernos progresistas. Esta desconfianza con las hipotéticas medidas de gracia del progresismo estatal podría hacer que desapareciera el habitual voto dual de los catalanes cuando se trata de mandar representantes a la Ciutadella o a la Carrera de San Jerónimo. Veremos cuál es el desenlace.