Escribir y revivir

Hace ya tiempo que he aprendido a disimularme a mí mismo el desastre de mi biblioteca. Es un caos de libros que están descolocados. 

A menudo no puedo encontrar el libro que busco, y no lo entiendo: ¡si siempre estaba aquí! Pienso que debería estar, pero no está. Parece que a los libros les guste pasear. Quizá un libro de historia tiene a su lado un libro sobre la salud. "Que hace aquí si a mí no me hace daño nada...", dirá. 

Las estanterías se han convertido en fanáticas del desorden y quizá, aburridas, quieren recibir a gente nueva. Pero los libros más felices son los que se sacan a menudo a pasear. Siempre hay alguien que duda de cómo se escribe en catalán 'transmissible' o en qué año nació Robespierre. 

A mí las palabras que me gustan son las que acaban con unas mismas cuatro letras. Evidentemente, 'escriure', porque es mi oficio; pero me acompañan otras. 'Circumscriure' me avisa de que he de aceptar unos límites. 'Reviure' es, no hace falta decirlo, lo que tenemos que hacer cuando estamos vencidos por un contratiempo.

Hay un mundo de hechos que en catalán acaban con 'iure' a lo mejor porque lo más importante de todo evidentemente es 'viure'. Pero estas cuatro letras sirven para explicar cosas muy distintas. Ya hace años que elegí una lengua literaria que era la mía: así que decidí que me tenía que 'adscriure' a ella. De joven ya aprendí a convivir. 'Conviure' me resultó fácil porque estaba rodeado de buena gente. 

Pero quizá lo que me ha ayudado es aprender a describir. A 'descriure'. Pienso en los viajes a pie con novedades y sorpresas a cada paso, situaciones gratificantes inesperadas. 

He tenido la suerte de poder revivir algunos momentos felices de aquellas caminatas solitarias o clandestinas. Lo que escribí me ayuda ahora a sobrevivir mientras el tiempo va pasando. 'Reviure', 'escriure', 'sobreviure'.