IDEAS
Quedamos para el vermut
Dicen que cuando te llegaba una invitación de Frank Sinatra a una de sus fiestas nocturnas, en ella se especificaba que no olvidaras tus gafas de sol. Se daba por sentado que la francachela acabaría más allá del amanecer.
Si en el 2019 un treintañero de profesión "creativa" te cita a mediodía para un vermut, será mejor que lleves en tu zurrón Gilette y espuma, una foto de familia (no corras, papá), muda de recambio, esterilla para hacer vivac y tres carretillas de Omeprazol.
El antaño breve refrigerio es para los treintañeros de profesión "creativa" una especie de 24 de Le Mans etílicas
El vermut, antaño refrigerio breve con prensa y barra de pan bajo el sobaco que servía como prólogo a la comida dominical, puede durar más que las 24 horas de Le Mans. "En la mitad de la vida, con la senda derecha ya perdida", que decía Dante en 'La divina comedia', ante la crisis de la mediana edad, muchos barceloneses no se plantean dieta o ejercicio, sino "dejar de salir".
"El vermut es la solución final. Es que yo ya no salgo", me dijo una vez un conocido con el cenicero de esa terraza en enero a rebosar de tachas de cigarro, una constelación de ocho Estrellas sobre la mesa de zinc, a las 23.30 h. "Ya, no sales de noche, porque no entras. Llevas desde mediodía fuera", quise decirle.
Adelantando el horario del alcohol muchos creen haber descubierto la cura de la resaca, porque la padeces durante la tarde, mientras sigues bebiendo. Pese a practicarla, esa actividad siempre me ha parecido tan sospechosa como el musulmán en Ramadán que, dado que no puede comer de día, baja las persianas y corre las cortinas de su casa.
Pensaba en todo esto cuando leía el tronchante 'Carrer Parlament', de Pol Rodellar. Entre el libelo antigentrificacióny el texto costumbrista que arranca rabioso y acaba empático, el autor sabe que para tomar vermut aquí hay que pagar peajes, como sorberlo mientras escuchas "hay que darle una vuelta a la propuesta de Enric" o "deberíamos hacer la presentación en un sitio underground, que es lo que quiere la marca".
Y, sin embargo, seguimos quedando para el vermut, como se queda para el arrastre. Intentando burlarnos del tiempo. Engañándonos. O suscribiendo aquella frase de la novela 'Rebeldes': "Me mentía todo el rato, pero no lograba engañarme".
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