Consumo consciente

La invasión de los productos demagogos

El mercado nos bombardea con mensajes seductores para enmascarar los principales defectos de los artículos

Carro de la compra lleno de productos en un supermercado.

Carro de la compra lleno de productos en un supermercado.

Juli Capella

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bancos llamados éticos. Superalimentos bio. Edificios de cero emisiones. Si ojeamos las webs de las principales compañías químicas del mundo, sale bien destacado su botón de 'sustainability policy' donde nos convencen de que están mimando el planeta. Las grandes industrias papeleras se declaran 100% 'ecofriendly'. Sospechoso cuando menos. El colmo del cinismo: un rascacielos de vidrio anunciado como autosuficiente y sostenible. Que se sostiene está claro, gracias a muchos kilos de acero y hormigón, pero no puede ser ecológico de ninguna manera. Su mochila energética es brutal. El mercado nos bombardea con mensajes seductores para enmascarar, precisamente, los principales defectos que puede conllevar cada producto. Si contiene un montón de aditivos, resaltarán que no lleva grasa ni azúcar. Si lleva una batería altamente contaminante, presumirán de bajo consumo.

Naomi Klein explicaba hace unos años en su libro 'No logo' cómo el consumidor tradicional quiere pasar a ser un usuario consciente. Es decir, comienza a ser activo en su compra. No solo valora calidad y precio, sino nuevos factores sociales e incluso vivenciales, que habían sido hasta la fecha insignificantes a la hora de elegir. Son los productos éticos, que se iniciaron hace años con el denominado comercio justo y que hoy nos invaden, pero donde abunda un fraude que nadie regula.

Quien quiera hacer política con su compra de productos de cuidado personal, puede hacerlo a través de Good Guide, donde encontrará más de 65.000 productos comentados desde el punto de vista de la seguridad. Cada elección, y hacemos varias cada día, es un voto en una u otra dirección que puede ir transformando la oferta a través de una nueva demanda. Por otro lado, algunas administraciones públicas también están implementado la compra ética en su agenda.

Sería conveniente que cada productor, además de cumplir la ley, evitase la demagogia. Pero eso sería como pedírselo a un político en plena campaña electoral, inútil.